Geroca: Buen viaje al gran artista y hombre bueno

Opinión
/ 14 enero 2025

Difícil es poner una etiqueta al arte de Geroca, así de personalísimo es. Modesto, casi humilde, fue sumamente recatado al presentar su obra

Fue un miércoles de este diciembre que pasó, poco antes de la Navidad. Me había enterado de que “El Cerdo de Babel”, restorán bar situado en el Paseo Capital, presentaba una exposición de Geroca y quise ir a verla, pues he admirado siempre su pintura.

Cuando llegué el local estaba abarrotado, de modo que me fue imposible entrar. Ese concurridísimo recinto fue siempre generosa casa que acogió con amor no sólo la obra, sino también parte de la vida de aquel gran artista y hombre bueno que fue Gerardo Rodríguez Canales.

Me precio de haberle dado la primera oportunidad de publicar sus trabajos, igual que hice con otros jóvenes valores cercanos a su generación: Sergio Avilés, Javier Mendoza, Gerardo Ávila, Fraga... La nota que informó del deceso de Geroca señaló que desde el primer día de la publicación de VANGUARDIA, el 4 de octubre de 1975, el periódico del que fui director fundador presentó a los lectores sus caricaturas.

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Era Gerardo casi un niño cuando llegó a mi oficina. Iba acompañado por su mamá, así de pocos años tenía el novel artista. Le pedí ver sus trabajos. Me presentó algunos cartones, y de inmediato advertí su calidad. Me admiraron la originalidad de sus trazos, el incipiente talento que mostraban sus dibujos. Al punto le ofrecí el puesto de caricaturista.

Pasó el tiempo, y Gerardo se fue a vivir en Monterrey. “El Norte”, el más importante periódico regiomontano, le abrió al punto sus puertas, y los cartones de Geroca fueron durante muchos años parte principalísima de su sección editorial.

Los caricaturistas se dan a sí mismos el nombre de “moneros”. Con él se caricaturizan. Considero inapropiada esa denominación, pues no hace justicia al arte de quienes son en verdad maestros de la pluma y el pincel. A más de excelente caricaturista, Geroca fue pintor extraordinario. En sus cuadros, llenos de color y de luz, caracterizados por una hábil y cuidadosa composición, plasmó imágenes de vida, de su propia vida y del mundo en que habitó, también su propio mundo, particular y único.

Difícil es poner una etiqueta al arte de Geroca, así de personalísimo es. Modesto, casi humilde, fue sumamente recatado al presentar su obra. Sin embargo puedo augurar que llegará el día en el cual será considerado artista genial, y sus pinturas, de verdadera calidad, alcanzarán precios muy altos, no como producto de la mercadotecnia o la publicidad, que también actúan en el campo del arte, sino como genuino reconocimiento a su valor.

Expreso mi sentimiento de pesar a su familia, a sus amigos, al Cerdo de Babel, su segundo hogar, y le digo a Gerardo lo mismo que el brillante y afectuoso titular con que VANGUARDIA dio la noticia de su fallecimiento: ¡Buen viaje, Geroca!

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