Hablemos de Dios 180

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Gracias por atender esta larga saga de textos “Hablemos de Dios”. Ahora en un tema o rama o arista el cual ha pegado harto, el pacto fáustico: el Diablo, Satanás, Belcebú o como usted quiera llamarle al maligno, siempre responde y rápido a los llamados o quejas de los humanos para el famoso trueque ancestral: cambiar tesoros por nuestra inservible alma. Es el famoso y eterno pacto con el diablo.
Y es que el intercambio es bastante bueno. No tenemos nada qué perder y si mucho que ganar de existir el diablo, por supuesto. De hecho usted lo sabe, eso del alma lo inventó un poeta, como siempre y como todo: lo invento el filósofo Platón. Es un mero resabio platónico lo cual luego lo copiaron los amanuenses que escribieron la Biblia. Y la iglesia cristiana y católica se lo apropió desde entonces. Claro, les ha dado muchos dividendos a la fecha. Pero ¿cómo saber si de verdad existe el alma?
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Lo comentamos antes: desde el origen de la misma humanidad, los hombres han pensado en la dicotomía: bien y mal. El bien contra el mal. Mejor escrito, primero lo sintieron y luego lo ideologizaron, lo pensaron. Ahora en orden para arreglar mis torpes pensamientos: primero fue la concepción primigenia y básica de la idea de la existencia de un Dios el cual creó el mundo y lo rige. La concepción antagónica era obligada: la figura del diablo, del demonio, de donde proceden nuestros males, azares nefastos y calamidades.
No pocos comentarios me están llegando con este tema o arista dentro de esta ya larga y dilatada saga. Pactar con el diablo, hablar con él como se habla con Dios (en teoría). Algunos lectores me han comentado que la maldad siempre es más apasionante y divertida y tentadora que el bien. Pues sí, siempre es así desde el origen de los tiempos.
Y lo vimos en textos pasados, cualquier buen escritor que se precie de serlo, ha tenido que explorar la anterior idea: el tema del pacto fáustico o de plano, tratar de definir al maligno, al Diablo, a Satanás, a Lucifer... la ocasión anterior le presenté citas de Giovanni Papinni, Schiller, Charles Baudelaire, San Anselmo, San Juan de la Cruz. Paul Valéry... Lea lo siguiente que escribió al respecto Santa Teresa de Ávila: “Si Satanás pudiera amar, dejaría de ser malvado”. Un escritor, José Carlos Valverde dijo:
“Nunca olvides que el Diablo, con toda seguridad, es el mejor amigo que la iglesia jamás haya tenido. El es el culpable de la falsa doctrina de la divinidad y del castigo; del cielo y del infierno”.
El rockero satanizado y crucificado no pocas veces, el famoso Marylin Manson dijo en una entrevista: “Siempre me he identificado con Lucifer porque él quería ser Dios y no iba aceptar las reglas de otro. Entonces lo echaron del cielo y creó sus propias reglas. Si la otra parte hubiera escrito la Biblia, Lucifer sería nuestro salvador”.
El inconmensurable Alejando Dumas, padre, del cual estoy terminado por leer su “Tres Mosqueteros”, grave error de mi parte al no haberle leído completo en su momento, tiene la siguiente frase sobre Satanás. Por cierto, en sus “Tres Mosqueteros” abundan citas e imprecaciones sobre el diablo precisamente. Luego se las puntualizaré aquí. Lea usted al gran Dumas: “Cuando el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o trastornar un imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su alcance algún miserable al que no haya más que soplarle una palabra para que se ponga seguidamente a la tarea”.
ESQUINA-BAJAN
Lo siguiente es del ruso, Máximo Gorki: “El diablo no existe. El diablo es una invención de nuestra razón maligna. Lo han inventado los hombres para justificar sus torpezas y también en interés de Dios para agraviarle. No existe más que Dios y el hombre y nadie más. Todo o que se parece al diablo –por ejemplo Caín, Judas, Iván el Terrible– es siempre invención de los hombres y es inventado para endosar a una sola persona los pecados y malas acciones de la humanidad. Créeme. Nosotros, que somos unos trapaceros, teníamos la necesidad de simular e imaginar algo que fuese peor que nosotros, como el Diablo.”
Lo siguiente es del escritor C.S. Lewis: “En lo que se refiere a los diablos, la raza humana puede caer en dos errores iguales y de signo opuesto. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en los diablos y sentir por ellos un interés excesivo y malsano. Los diablos se sienten igualmente halagados por ambos errores, y acogen con idéntico entusiasmo a un materialista...”
¿El Diablo entonces existe o no existe, es algo que nos habita, forma parte de nuestro ADN o es alguien o “algo” externo al ser humano? ¿Nosotros lo hemos creado al igual a Dios y a toda la corte de Ángeles y querubines y santos? Imagínese usted en la espesura de un bosque tupido en la antigüedad. Por el día es una bendición para cazar y recolectar frutos. Pero con el paso del día a la noche, aquello se convierte en algo aterrador: la oscuridad lo cubre todo y los aullidos y lamentos de fieras carroñeras laten bajo las sombras. En este duelo, no gana la luz, sino el mal y las tinieblas: el Diablo.
LETRAS MINÚSCULAS
Terminemos hoy con el maestro Fedor Dostoievski: “Mi opinión es que si el diablo no existe, si ha sido creado por el hombre, éste lo ha creado y echo a su imagen y semejanza”.