Hablemos de Dios 259: ¿tenemos necesidad de él?

Opinión
/ 26 diciembre 2025

Hablar de Dios. Caray, en qué selva o bosque tupido me he metido, o bien, en qué desierto inmenso y vasto estoy caminado con su ayuda, claro. Hartos, hartos comentarios sigo recibiendo de esta ya muy larga saga al hablar y explorar a Dios. El éxito de esta saga es suya, no mía. Yo me deleito con sus comentarios y preguntas al respecto, lo cual trato de reproducir aquí y explorar a cabalidad.

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¿Tenemos necesidad de Dios? al menos, yo sí. Por eso lo estoy explorando y desde hace años y hasta que muera. Recuerdo entonces los versos afligidos y conmovedores del “Libro de Job” cuando este espeta:

“El Dios, y Señor mío,

Mi amparo y mi defensa y fortaleza,

Que a mi paso tardío

Dará tal ligereza

Como a corza ligera

Que al viento atrás deja atrás en la carrera”.

Caray, si usted es católico o cristiano o ateo, es intrascendente; porque lo anterior son palabras, versos vivos que duelen en el tuétano, sea usted lo que sea. Es decir, un lector. Y si usted es un lector, claro que se conmueve y se mueve su fibra humana con ello. Por cierto, los anteriores versos son la traducción del poeta Fray Luis de León, ni más ni menos.

Quisieron los hados de los libros que su servidor encontrará en una librería de antigüedades la poesía completa del divino poeta y santo, incomprendido en su momento y condenado a las mazmorras de las celdas por su amplio conocimiento y bagaje. Caray, así es esto de la religión de los hombres; ojo, no cosa de Dios ni de Jesucristo. El libro editado bajo el palio de la editorial ibérica Aguilar, es una maravilla.

Avanzamos: Dios existe. Es afirmación mía. Hay gente que ve a Dios en todo lugar y en todo momento. Es decir, ve a Dios en la maravilla de la naturaleza, en el vuelo de la mariposa, en el arte sacro creado por humanos inspirados por Dios. Hay gente que ve a Dios en el desierto, en las grutas majestuosas y en las cuevas erosionadas por el paso de los siglos.

La gente ve a Dios en la formación del Cañón del Sumidero, en la sierra Tarahumara, en el pueblo con magia de Real de 14 (pueblo de mi madre, y unida a la eternidad)... Si la gente ve a Dios en todo lugar y como formador de todo lo visible ¿estamos hablando de un resabio panteísta ya muy, muy superado en teoría?

O tal vez y de plano, no somos católicos ni cristianos ni paulinos, sino panteístas. Esta premisa es un tópico retratado por Jaime Sabines –usted y yo lo hemos explorado harto en su momento– en su poema “Las montañas”, leamos fragmentos para ejemplificar lo anterior:

“Las montañas existen. Son una masa de árboles y de agua,/ de una luz que se toca con los dedos, y de algo más que todavía no existe./ Penetradas del aire más solemne, nada como ellas para ser la tierra, siglos de amor ensimismado, absorto/ en la creación y muerte de sus hojas./ A punto de caer sobre los hombres,/ milagro de equilibrio, permanecen/ en su mismo lugar, caen hacia arriba/ dentro de sí, se abrazan...”

ESQUINA-BAJAN

Y aquí viene el espléndido remate del poema en prosa: “Aquí Dios se detuvo, se detiene,/ se abstiene de sí mismo, se complace”. Buscar a Dios en todo momento y en todo lugar. Buscar a Dios ¿Dónde? Pues donde sea. Hay una sección de uno de los poemarios de Sabines, “Como pájaros perdidos”, donde el poeta juega y explora con las palabras. Repito: los textos son más de corte aforístico, sentencias o mínimas, pero no tanto poemas. Algunos textos se logran como pequeños poemas en prosa.

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Caray, como siempre me emocioné y estoy divagando, pero todo sirve y todo tiene que ver con todo. ¿Cuáles considera usted que son las características de la forma, la cosa psicológica de Jesucristo? Ojo, no de un humano, sino de don Jesús, un ser humano el cual cambió el eje de la tierra, sí, pero al final de cuentas tenemos pocas o la única fuente para explorar su personalidad: la Biblia. Hay fuentes extra bíblicas, usted y yo lo hemos ensayado, pero lo único es la Biblia.

¿Usted cómo se imagina al maestro don Jesús de Nazaret: seguro de sí mismo, con autoridad en sus dichos y aforismos, de qué forma y cómo tomaba sus decisiones, tenía objetivos; uno de ellos: tomar el poder; le gustaba la soledad y el silencio, estuvo deprimido; incitó a la ira en algún momento? Caray señor lector, no poca cosa.

Pero no deja de ser seductor que nosotros los poetas, tratamos de acercarnos a un Dios más amigable y personal, cotidiano, no tanto un Dios en todo lo alto y con hartas ocupaciones tan importantes, que no nos acompañe en nuestras tribulaciones en nuestra casa, en la taberna, o en el hotel de poca monta. Un Dios cotidiano, íntimo, cercano, un Dios justo, amigo de nosotros y de la vida rutinaria y casi bucólica.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Sabe usted quién es ese “Dios”? El maestro Jesucristo. Sí, es aquello de Píndaro: “la poesía, que es la fabricadora/ de todo lo que es dulce a los oídos...” nosotros y nadie más “fabricamos” a Dios.

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