Hartos de las promesas de hoy... que serán las mentiras de mañana
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“Queridos conciudadanos, antes que nada, quiero agradecerles su asistencia a este lugar. Durante mi campaña me he dado cuenta de sus necesidades. Sé que faltan escuelas, sé que hay pobreza, sé que hay hambre. Es triste ver a un niño desnutrido, y peor aún, ver a su padre desesperado por no encontrar trabajo. Es triste darse cuenta de la pobreza en la que vive nuestra gente, pero más triste aún, descubrir que los funcionarios públicos nada hacen para solucionar estos problemas.
“Pero yo no estoy aquí para compadecerlos, ni para recordarles sus males cotidianos. Estoy en este lugar para unirme a ustedes, para luchar por sus intereses y, si con su voto me lo permiten, para solucionar los problemas que día a día hacen que su vida sea más dura, más complicada.
“Si me honran con su voto y llego a ser Gobernador, les prometo trabajar incansablemente para satisfacer todas sus demandas y así ofrecerles un mejor lugar en dónde vivir. ¡No es justo que los niños tengan que trabajar para comer algo! ¡No es justo que los padres de familia no encuentren trabajo! ¡No es justo que los funcionarios corruptos se estén robando su dinero!
“Amigos, el día de hoy vine a manifestarles mi anhelo de trabajar por ustedes. Si votan por mí, no sufrirán más hambre ni batallarán por la falta de agua. Conseguiré más empleos para todos, limpiaré al gobierno de funcionarios corruptos, podrán caminar por las calles sin miedo a ser asaltados, habrá educación digna y gratuita para quien así lo requiera, en fin, lucharé contra todos esos males que impiden que lleven la vida que en verdad se merecen. Tengan confianza en mí, voten por su candidato. Gracias”.
¿Cuántas veces no hemos escuchado discursos parecidos? Por muchos años hemos tenido que soportar las repetitivas y utópicas promesas que nuestros candidatos hacen, y que por lo general, no cumplen. Por esta, y por muchas razones más, los mexicanos estamos perdiendo gradualmente la confianza y la credibilidad en los políticos.
No sé a ciencia cierta qué es la política, sin embargo, estoy convencido que es una materia muy seria que no puede dejarse en manos de los políticos. En México los políticos hacen lo que quieren y han manejado a su antojo el destino de miles de personas, mientras nosotros hemos permanecido con los brazos cruzados ante sus malos manejos.
Cuando un político es candidato para ocupar algún cargo público, gasta la mitad de su tiempo haciendo promesas, y cuando es elegido, gasta la mitad de su tiempo justificándose al no poder cumplirlas.
Sin duda alguna, el talento de los políticos mexicanos para hacer promesas sólo es superado por su talento para no cumplirlas. Ellos son los únicos capaces de prometer abastecimiento de agua, aunque se esté en medio del desierto más árido.
Los mexicanos ya estamos hartos de las falsas promesas y de las casi cien mentiras diarias del Presidente. ¿Caíste en el cuento de que se vendería el avión que no tiene ni Obama? ¿Y la promesa de sacar al Ejército de las calles? Pues nomás sacó a tres para que le limpiaran la casa gris a José Ramón López Beltrán y lo atendieran durante su padecimiento por COVID-19. Para él si hubo un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, con acceso a medicinas no aprobadas por el gurú López-Gatell y ni una yerbera ni ningún curandero se atrevieron a recetar que se tomara una infusión de gordolobo o cápsulas de diente de león mezclado con ortiga.
Los mexicanos estamos cansados de las promesas de hoy que se convertirán en las mentiras de mañana. Esto lo deben tomar muy en cuenta quienes en un futuro aspiren a tomar las riendas de la Nación. Es mejor hacer promesas pequeñas y cumplirlas, que jugar con los que menos tienen y hacerlos soñar con un mundo alejado a nuestra realidad.
aquientrenosvanguardia@gmail.com
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