La muerte del PRI y la misión de reanimar a un partido moribundo

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Quizás resulte demasiado trágica la afirmación de la inminente muerte del PRI. Otras veces, como por ejemplo cuando se dio el primer triunfo de la oposición en México de la mano de Vicente Fox Quesada, se decía que era imposible que el partido entonces oficial se levantara del golpe mortal propinado por los votantes mexicanos. Tan demoledor fue el triunfo del candidato panista, que nadie pensaba en el día que el Revolucionario Institucional regresara victorioso a Los Pinos.
Sin embargo, tras la exitosa campaña de un “Nuevo PRI”, y de una dirigencia muy efectiva de Humberto Moreira, bastaron dos periodos presidenciales del PAN para que un candidato priista volviera al Palacio Nacional.
Sin embargo aquel zorro copetón llamado Enrique Peña Nieto, aficionado en extremo a las prácticas corruptas, decepcionó a millones de ciudadanos que se habían tragado el cuento del nuevo PRI. Entre sus corruptelas estuvo la tristemente célebre casa blanca y, sobre todo, el haber entregado cobardemente la Presidencia de la República al entonces candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Basta decir que en su autoexilio Peña Nieto ha vivido tranquilo, sin la más mínima amenaza de la justicia gracias a su siempre agradecido sucesor. Quizás por el temor de ser llevado a juicio por sus incontables corruptelas, Peña entregó a México a un personaje sediento de poder, sembrando, al más puro estilo cubano, la desdicha entre millones de ciudadanos.
Desde entonces el PRI ha caído de la gracia de los votantes mexicanos y más si le sumamos que su todavía dirigente nacional es un personaje que reúne en sí las mismas características de Peña Nieto: es vanidoso, adicto al poder, y profundamente corrupto. Alejandro Moreno es sinónimo de servilismo, de fraude, de podredumbre política y de fracaso electoral. Nunca en su historia el PRI había perdido en las elecciones de tantos estados y de tantos municipios como ahora. Cuando “Amlito” estrenó su dirigencia nacional, el PRI contaba con la tercera parte de todas las gubernaturas del país. Posteriormente fue perdiendo Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Tlaxcala, Baja California Sur, Guerrero, Hidalgo, Colima, Oaxaca, Campeche y, según todos los pronósticos, próximamente se perderá también al Estado de México, uno de los últimos bastiones del PRI. Si no fuera porque en Coahuila tenemos al gobernador mejor evaluado de México, y a Manolo Jiménez como candidato favorito en todas las encuestas, incluiríamos a nuestro estado en esa lista negra de Alejandro Moreno.
Por si fuera poco, “Amlito” se aferró a permanecer como líder del tricolor hasta que concluya el proceso electoral de 2024 modificando tramposamente los estatutos. Esto le ha traído un desgaste enorme. Al interior de su partido ha sido objeto de duras críticas por parte de personajes como Francisco Labastida Ochoa, Miguel Ángel Osorio Chong, Dulce María Sauri, Claudia Ruiz Massieu y Beatriz Paredes, entre otros. Pero esto poco le importó al impresentable de Alejandro Moreno hasta que el INE invalidó la reforma a los estatutos del PRI impulsada por él mismo. Con esta decisión del Consejo General del INE, Moreno Cárdenas deberá abandonar la dirigencia el 18 de agosto próximo y el PRI tendrá que convocar a un proceso interno para elegir a un nuevo presidente.
Hasta el momento hay muchos tiradores con la misión de reanimar a un PRI moribundo. El que levantó la mano primero fue Osorio Chong y posiblemente en él recaiga la responsabilidad de dar nueva vida a su partido. Otro candidato podría ser el exgobernador coahuilense Rubén Moreira Valdez. Además de ser un reconocido estratega electoral y un astuto político, en los últimos años se ha posicionado como uno de los personajes políticos más activos a nivel nacional al ser líder de la bancada priista en la Cámara de Diputados. Sin embargo pesa en su contra la evidente cercanía política que tiene con Alejandro Moreno. Otro gran dirigente del PRI podría ser Miguel Riquelme Solís. Su liderazgo lo llevó a gobernar de forma responsable a Coahuila. Cada una de sus acciones estuvo encaminada a lograr que el estado fuera uno de los más seguros de México; enfrentó a la pandemia del COVID-19 de una manera que resultó ejemplo nacional; durante su gestión han abundado las ofertas laborales, al grado que Coahuila es el estado con menor informalidad en el país. Todo ello pese a los recortes presupuestales que el presidente López Obrador ha impuesto a una de las entidades que más recursos aporta a las arcas nacionales.
Algo han hecho bien los priistas de Coahuila y de Durango, los últimos bastiones que seguramente tendrá ese partido. Por lo mismo, el próximo dirigente del PRI deberá surgir de estas entidades.
“Amlito” ha dejado a un PRI moribundo. Tantos fracasos políticos y electorales se creían imposibles. Pero México necesita a una oposición fuerte, con candidatos preocupados más en el bienestar del pueblo, que en aliviar su propia hambre de poder y de riquezas. Alejandro Moreno representa lo peor que dicho instituto político ha tenido a lo largo de la historia. Mucho tendrá que hacer su sucesora o sucesor para lograr que el PRI se convierta nuevamente en una de las opciones políticas que ofrezca los mejores resultados para las y los mexicanos.
aquientrenosvanguardia@gmail.com
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