Inclusión laboral: un reto para las comunidades modernas
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Es uno de los retos más importantes que deben enfrentar las sociedades modernas y el sector público es el primer convocado a responder ante éste
Uno de los retos de quienes habitamos las sociedades modernas es el de ser personas compasivas. Lo anterior, entendido a partir del significado que el Diccionario de la Real Academia Española adjudica el término, es decir, ser personas capaces de identificarse ante los males de otro.
No se trata de sentir lástima, sino de ser empáticos, es decir, de ser capaces de ponernos en los zapatos de alguien que sufre una condición que nosotros no y, a partir de ello, comprender su situación y desarrollar reacciones favorables a dicha condición.
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Todos, en principio, creemos que somos capaces de tales reacciones, pues solemos considerarnos personas piadosas. Sin embargo, la verdadera prueba de empatía frente a la situación del otro surge cuando ello implica actuar de forma que tenga un costo para nosotros.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición relativo a las bajísimas cifras de inclusión laboral que registra nuestra Región en relación con las personas que sufren alguna discapacidad.
De acuerdo con datos del Servicio Nacional de Empleo (SNE), solamente una décima parte de las personas con discapacidad que han buscado una posición de trabajo formal en los últimos años han logrado colocarse en las empresas privadas de la Región Sureste.
Es verdad que los puestos de trabajo han sido históricamente diseñados para que sean personas “normales” quienes realicen las tareas requeridas en casi cualquier área. En otras palabras, raramente se diseñan puestos de trabajo pensando que las labores sean desarrolladas por alguien que haya sufrido una disminución en alguna de sus capacidades físicas.
Pero no es menos cierto que la disminución de alguna capacidad física o cognitiva no es un impedimento para que muchas personas tengan una vida “normal” y realicen múltiples tareas que asombran incluso a quienes cuentan con el 100 por ciento de sus capacidades.
¿Por qué entonces las personas con discapacidad enfrentan una dificultad tan grande para colocarse en el mercado laboral?
La respuesta a la interrogante anterior no es sencilla, pues en la construcción de esta realidad se conjugan diversos aspectos, pero sin duda uno de los más importantes es la ausencia de políticas públicas orientadas a garantizar el derecho al trabajo por parte de todas las personas.
Y por garantizar debe entenderse el diseño e implementación de políticas públicas que vayan más allá de incluir a las personas con discapacidad en los padrones de quienes buscan trabajo.
Además de ello, el Estado tiene la obligación de identificar los retos específicos que dificultan o impiden la inclusión laboral y ofrecer soluciones a los mismos. Entre otras medidas es necesario ofrecer incentivos fiscales para las empresas que integren a las personas con discapacidad a su plantilla laboral.
Mientras eso no se haga, quienes han sufrido una disminución en sus capacidades físicas seguirán enfrentando la misma exclusión que hoy padecen.