INTEGRACIÓN
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Para ser profeta no hace falta estar inmersos en profundas reflexiones que nos lleven hasta la inconsciencia. No es necesario tampoco ingerir sustancias alucinógenas o consumir drogas que nos lleven hasta el delirio para ahí descubrir las imágenes de los días venideros.
Si alguien pretende que la historia ubique su nombre junto al del gran Nostradamus, lo único que debe hacer es echar un vistazo más allá de las fronteras de su horizonte.
Por ejemplo, si un campesino de Golondrinas, ejido enclavado en la Sierra de Durango, quiere adivinar el futuro de su comunidad, basta que revise la historia de algunos ejidos de Zacatecas, los cuales han desaparecido por varias razones. En primer lugar, el poco apoyo al campo ha provocado un éxodo masivo de la población hacia los principales núcleos urbanos, quedando las tierras en el abandono. Estos ejidos han desaparecido también porque la miseria ha obligado a muchos jóvenes a arriesgar su vida cruzando el Río Bravo, y así buscar mejor fortuna en Estados Unidos. Al revisar este caso, el nativo de Golondrinas podrá imaginar que tarde o temprano el ejido en el que vive tenderá a desaparecer, esfumándose también su oportunidad de llevar una vida digna en ese lugar.
Los mexicanos vivimos una realidad muy cruda debido al cúmulo de rezagos provocados por un mal Gobierno. Desempleo, inseguridad, injusticias y desigualdad social, son una constante en nuestro país. ¿Qué hacer para salir de esta situación?
La esperanza que vive en mí se niega cada día a morir pese al desfile de malas noticias al que estamos expuestos. “Economía mexicana sigue estancada”, “Inseguridad pública ahuyenta las inversiones extranjeras”, “Crece la cifra de mexicanos que viven en pobreza extrema”. Gracias a esa esperanza inmortal, me puse a hurgar en la historia exterior para ver qué podría salvar a México en un futuro.
En la actualidad, muy encima de los caprichos y pataletas presidenciales que frenan nuestro desarrollo, flota el espíritu de la globalidad. Esa globalización ha hecho que algunos países se unan con la intención de cobrar mayor fuerza política y económica. De esta unión han nacido interesantes tratados internacionales, de los cuales encontramos el ejemplo más cercano en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, más allá de estos acuerdos con espíritu meramente comercial, en el siglo pasado surgió en el Viejo Continente la Unión Europea con la intención de generar un desarrollo más intenso de las actividades económicas, crear mayor estabilidad política, aumentar la calidad de vida y estrechar las relaciones entre los estados miembros.
Hoy, la Unión Europea es una de las principales potencias económicas y políticas del mundo. Los países que la integran han conocido un rápido desarrollo. Esa comunidad de estados europeos seguramente servirá de modelo para nuevas uniones entre países, como por ejemplo, entre las naciones asiáticas o árabes.
Quizás no nos toque vivirlo, pero en un futuro seguramente nacerá la Unión de Estados de América del Norte. Es cierto que México es un país mucho menos desarrollado que Estados Unidos y Canadá, pero también lo es Bulgaria o Rumania con respecto de Alemania, y sin embargo, hace años estos países fueron aceptados como miembros de la Comunidad Europea.
México cuenta con grandes ventajas estratégicas para Canadá y Estados Unidos. En primer lugar, está el capital energético, el cual ha sido ignorado por don Bartlett y su pandilla. A diferencia de nuestros socios comerciales del norte, México es el país que el sol eligió para vivir. Esa luz solar puede ser captada y convertida en energía limpia. Tenemos también petróleo y grandes reservas de gas. Contamos además con otra gran riqueza: los mexicanos.
Seguramente algún amlover pensará que estoy loco, pues de lograrse un acuerdo de esa naturaleza podría estar en riesgo nuestra soberanía. Sin embargo, los países que integran la Unión Europea son tan soberanos como el nuestro, y sus costumbres siguen intactas.
Soñar no cuesta nada, y más cuando se sueñan cosas agradables. Nuestra salvación está en la integración, pero mientras se da una unión entre naciones, lo más importante ahora es lograr una integración entre los mexicanos. Por eso lamento profundamente el discurso maniqueo de nuestro Presidente, quien contrariando al juramento que hizo al tomar protesta, busca en todo momento la desunión de los mexicanos y hoy, a cuatro años de su gobierno, sigue culpando a sus adversarios, los conservadores, de todos los errores y fracasos de su administración.
aquientrenosvanguardia@gmail.com