La banalidad del mal

Opinión
/ 3 octubre 2022
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El ejemplo inmortal de desafío, valentía, heroísmo y coraje civil, de esos valores que hoy tanta falta le hacen al país

Hace ochenta años, en el otoño de 1942, surgió en Alemania un movimiento de resistencia juvenil denominado “La Rosa Blanca” basada en el poder de las ideas. Fueron cinco los estudiantes de la universidad de Munich que, mediante este movimiento pacífico y clandestino, se enfrentaron a los horrores del Tercer Reich abogando por la dignidad y la libertad de las personas, al tiempo que denunciaba el genocidio emprendido por Hitler.

El joven Hans Scholl fue testigo de la manera en que una gran cantidad de judíos eran conducidos, desnudos, hacia una poza y ahí, delante de él, fueron asesinados de un balazo en la nuca. Ante esta terrible experiencia, Hans decidió crear este movimiento motivado también por consideraciones éticas, morales y religiosas

Sensibilidad

Sophie Magdalena Scholl, estudiante de filosofía y biología de esa universidad, se unió a este movimiento y con el tiempo, gracias a su valentía e inalterable convicción sobre la libertad de pensamiento y el respeto a la igualdad y dignidad humana, se convirtió en la figura más relevante de esa memorable organización.

Sophie nació en 1921, en un pueblo de Alemania (Forchtenberg) en una buena cuna; de hecho, su padre era el alcalde de esa comunidad.

Desde niña demostró sensibilidad y sentido crítico, cualidades que se cultivaron mediante una educación iluminada por las lecturas, las artes y los pensamientos de altura.

A la edad de 12 años Sophie se unió -como la mayoría de los niñas y niños alemanes- a las juventudes hitlerianas; sin embargo, cuando su padre fue arrestado por decir que Hitler era “el flagelo de Dios”, se desilusionó totalmente, se separó de esa nefasta organización y empezó a tener posturas muy críticas sobre el nazismo.

Su oposición se acentúo en 1937, cuando sus hermanos y algunos amigos fueron arrestados por participar ilegalmente en el Movimiento Católico Juvenil Alemán, cuyo fin era ampliar los horizontes ideológicos y artísticos de los jóvenes.

Clandestinidad

“La Rosa Blanca” tenía como objetivo central redactar y distribuir en la clandestinidad miles de folletos, en los cuales denunciaban la desaparición y asesinatos de los judíos, también impulsaba el sabotaje y pintaban consignas antinazis con leyendas como: “Fuera Hitler” y “Libertad”.

El movimiento intentaba convencer a sus compatriotas de lo insensato de la guerra, advirtiéndoles también sobre las inhumanas actividades del nazismo.

A este movimiento se unieron profesores y médicos que habían servido en el frente y habían sido testigos de las atrocidades de la guerra y de los centros de concentración.

Dignidad

Los comunicados tenían el nombre de “Panfletos de La Rosa Blanca”. El primero que se distribuyó decía: “nada es tan indigno de una nación como el permitir que sea gobernada sin oposición por una casta que ha cedido a los bajos instintos... La civilización occidental debe defenderse contra el fascismo y ofrecer una resistencia pasiva antes de que el último joven de la nación haya derramado su sangre en algún campo de batalla”.

Con el tiempo los panfletos iban siendo más críticos del nazismo; ya el quinto denunciaba: “Hitler está llevando al pueblo alemán hacia el abismo. Siguen ciegamente a sus seductores hacia la ruina... ¿Hemos de ser para siempre una nación odiada y rechazada por toda la humanidad?”

El principio del fin

En febrero de 1943, los hermanos Scholl, valientes, decididos y firmes en sus convicciones, lanzaron desde lo alto del atrio de la universidad, el sexto y último panfleto: “Unos criminales no pueden conseguir la victoria alemana. ¡Separaos a tiempo de todo lo relacionado con el nacionalsocialismo! Hitler no puede ganar la guerra. Tan sólo puede prolongarla”. Fueron delatados y pronto detenidos por la Gestapo.

Sophie, -como los otros integrantes del movimiento-, fue sometida a terribles presiones psicológicas, pero jamás confesó ni traicionó sus ideales; por el contrario, llevó su cruzada hasta las últimas consecuencias, sentando un precedente de enorme valor. Al final de su interrogatorio y al darse cuenta que Hans había asumido la responsabilidad intentando salvar a su hermana, Sophie comentó: “Sí, yo formo parte de esto y me enorgullezco de ello”.

El funcionario que de la Gestapo que interrogó a la joven luego comentó: “Lo que ocurrió nunca me había sucedido en 26 años de servicio. Sophie Scholl se esmeró en cargar toda la culpa sobre sus hombros y así salvar a su hermano”.

Los hermanos sabían que la palabra “lealtad” significaba obedecer los dictados del corazón. Recordaban lo que algún día les dijo su padre: “lo que quiero para ustedes es que vivan con rectitud y libertad de espíritu, sin importar lo difícil que esto resulte”.

Mártires

A los cinco días de ser arrestados, el 22 de febrero de 1943, al filo de las cinco de la tarde, Sophie por el simple hecho de pensar distinto, por creer que todos los seres humanos merecen respeto, por denunciar crímenes de guerra, fue asesinada en la guillotina, bajo la acusación de traición a la patria. A ella le siguieron Hans y Chistoph Probst.

Los jóvenes asumieron la condena con dignidad y honor, en el nombre de los valores e ideales que defendían a través de su movimiento.

Las últimas palabras que Hans Scholl gritó desde la guillotina fueron: “¡Viva la Libertad!”. Por su parte, Sophie comentó: “¿Cómo podemos esperar que prevalezca la justicia cuando casi no hay gente que se brinde individualmente a favor de una causa justa”? “Un día tan lindo, tan soleado, y debo irme”, continuó diciendo, “pero, ¿qué importa mi muerte, si a través nuestro, miles de personas se despiertan y comienzan a actuar?”

Testimonio

Después de sus muertes, copias del sexto panfleto de “La Rosa Blanca” fueron distribuidas desde Escandinavia hasta Inglaterra y miles de ellas fueron lanzadas desde varios aviones sobre Alemania, bajo el título “El Manifiesto de los Estudiantes de Munich”.

Hoy, Hans es considerado como un héroe nacional y Sophie es reconocida como una de las mujeres más influyentes de la historia moderna.

Bien tiene razón Inge, la propia hermana de Hans y Sophie, al decir: “Tal vez el heroísmo genuino resida en decidirse a defender con tozudez las cosas de todos los días, las terrenales, las inmediatas”.

Dignidad

La historia de los hermanos Scholl sugiere varias preguntas vitales: ¿Cuáles son las convicciones personales que deben de prevalecer inamovibles en nuestras vidas? ¿A qué valores les debemos total fidelidad? ¿Qué límites tienen nuestras convicciones personales?

En relación a las realidades actuales ¿nos es lícito enmudecer ante la inaceptable injusticia, pobreza, impunidad y corrupción que prevalece y crece diariamente en México? ¿Qué atrocidades hoy en México se callan por cobardía y ausencia de valor civil?

Indudablemente, estos jóvenes continúan siendo ejemplo inmortal de desafío, valentía, heroísmo y coraje civil, de esos valores que hoy tanta falta le hacen al país.

Hoy sus nombres son invocados con respeto y admiración. Su valor hace eco en la eternidad. Y a pesar de los años pasados, continúan siendo fuente de nobleza y excelsa bondad.

Futilidad

Es cierto: “la sutileza fue la que permitió al nazismo volverse parte de la vida cotidiana en una nación moderna y educada. Pierde el sentido de cómo el mal se puede convertir en un lugar común y tan rutinario como el papeleo. O cómo la gente común puede absolverse de toda responsabilidad por facilitar el mal”.

“La banalidad del mal”, concepto acuñado por Hannah Arendt, en cierta manera, tiene que ver con la ausencia de reflexión y de pensamiento crítico por parte de la población en relación a las acciones de sus autoridades, entonces el poder totalitario o manipulador, sutilmente, puede acabar con los más altos valores y principios de cualquier cultura o país.

Esta situación sucede cuando las personas se acostumbran a ver normal lo anormal, cuando prevalece lo incorrecto sobre lo correcto; cuando la indiferencia gana terreno en los temas cruciales de la cotidianeidad, cuando se aplaude a los tramposos y corruptos, cuando la impunidad se convierte en moneda diaria de cambio. En fin, cuando escasea el “coraje moral” de personas como Sophie y Hans para decir “ya basta de tanto cinismo” y entonces actuar en consecuencia.

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