La carreta

Opinión
/ 10 julio 2022
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Luego de la Revolución Industrial, las personas se fueron volviendo
más egoístas. El consumo fue galopando hasta agotar las
fuentes de abastecimiento

La carreta fue un medio de transporte indispensable para la movilidad del ser humano. Desde el descubrimiento de la rueda en Mesopotamia se construyeron carretas 2500 años antes de Cristo. Aún las podemos ver en la ruralidad mexicana “tiradas” fundamentalmente por bueyes como fuerza motriz. En pequeñas comunidades y ciudades podemos ver carretas en movimiento con la tracción de asnos, burros y caballos.

Impensable la colonización de la Nueva España sin este vehículo. En todas las crónicas de fundaciones de pueblos se describe la llegada de carretas incluyendo su número, lo que cargaban y al mando de quién estaban.

Tal fue el caso en 1591 de la llamada
diáspora tlaxcalteca en la que 400 familias de esta república indígena, pues contaban con cuatro señoríos cuyos líderes tomaban decisiones en común, fueron sembrándose generosamente para jugar el papel de indios madrineros.

El galeno Manuel Almaguer Cepeda en su libro “Anatomía de la carreta” declara que: “A principios del siglo 20 la fabricación de una carreta era una verdadera labor artesanal, ya que todo era manual y el formón, la barrena, la azuela, la garlopa, el mazo, el martillo, entre otros, eran auxiliares indispensables”. Para este hombre que frisa los 80 años, la carreta fue un elemento que lo acompañó en su niñez. Ayer en una reunión de cumpleaños en la que otro médico de origen bustamantense cumplió 86 años e invitó a sus amigos de generación, observé que la mayor parte de los presentes apreciaron como un regalo especial el libro que cité párrafos arriba. Yo también obtuve un ejemplar.

El doctor Roberto Treviño, a quien se festejó, y sus colegas, según el perspicaz cronista Héctor Jaime Treviño, reunían juntos más de un milenio. Pero ciertamente lo que todos ellos reúnen son grandes conocimientos y una manera de entender la vida de la que la sociedad debe abrevar.

Escuchar los puntos de vista de los adultos mayores nos ofrece riqueza. Los temas que comparten es el evitar caídas que les costarán a ellos y familiares hasta un millón de pesos; hablan de los médicos que en general carecen de ética y que a veces hacen cirugías innecesarias con el propósito de embolsarse dinero.

El tema de la carreta los lleva a rememorar historias en las que surgían nuevos conocimientos. Muchos infantes acompañaban a sus abuelos en aquellos tiempos sentados o acostados en las cajas de madera, observando por las noches la noche inundada de estrellas, tal como me lo platicó alguna vez la muzquense doña Francisca Herminia de Hoyos quien luego se casara con el industrial Alberto Santos González.

No podemos como sociedad funcionar como antes, el sentido del decoro, con la sencillez del trato compartiendo objetivos para la supervivencia colectiva y transportando enseres, alimentos para humanos y para animales en festivas carretas.

Luego de la Revolución Industrial, las personas se fueron volviendo más egoístas. El consumo fue galopando hasta agotar las fuentes de abastecimiento de los recursos hídricos y en general los recursos que la Tierra tiene y que se han venido transformado por medio de la aplicación de energía.

El uso de una carreta para la transportación propiciaba una mejor calidad de vida en la gente de antaño. En el primer cuarto del siglo 21, ¿qué elemento podría ser símbolo de fraternidad y convivencia como lo fue la carreta? No creo que un aparato celular, cuya anatomía tiene una duración limitada, en cambio hay carretas centenarias que siguen siendo útiles.

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