La democracia no es para todos

Opinión
/ 14 noviembre 2022
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Asumir como motivación política la defensa de la democracia, quizá sea la más importante y transversal causa por la que la gente sale a marchar a las calles. Sin democracia no es posible asumirnos como parte de algo más grande, el cual nos define, nutre y nos da valor. Seríamos autómatas, esperando los estímulo de la autoridad y estaríamos obligados a obedecerlos sin espacio alguno para la libertad y su potencial creativo. Ahora bien, decir que se sale a las calles a defender la democracia y sus instituciones, así en abstracto, es como dijera Dalmiro Sáenz (un escritor argentino) “pedirle a alguien que dé la vida por el sistema métrico decimal”. Es decir, un sinsentido que pone al vacío, a lo hueco, a lo procedimental como lo más importante. Sin espíritu, causa o propósito.

La marcha de ayer domingo en donde un montón de gente en la CDMX y en todo el país (hubo una fuerte movilización afuera de las oficinas del INE en Torreón) tenía como principal consiga defender al INE (¿de qué?) y que éste mismo “no se tocaba”. Quien cree que la democracia está en peligro, debe darse cuenta que el mismo hecho de poder haber salido y criticar con frondosa estridencia en todo el país al Presidente, al partido en el poder y a sus representantes populares nos pone más cerca de la democracia que creen está muriendo y muy lejos de la dictadura que solo vive en su cabeza. Sin embargo y de todas maneras, si hay quien cree que por una reforma electoral está en peligro el INE y piensa que e alzar la voz para defenderlo, esa persona tiene mi respeto, mi interés y mi convicción política. Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para convencerla de que no hay amenaza como tal, esperando entender y que me entienda y avanzar hacia un terreno común. Si no solo se defienden las reglas, sí no solo se defienden los procedimientos y si no solo se defiende a la burocracia, ahí hay una discusión política que podemos dar. Así ha pasado en las ocho reformas electorales que el IFE/INE a lo largo de su historia. Esta no será la excepción.

Ahora bien, a quienes aprovecharon este espacio para deschongarse y soltar tanta diatriba neurótica como sus pulmones pudieron, con esas personas nada. Quienes llaman “naco”, “indio”, “pata rajada” o denigran e insultan la inteligencia de quienes piensan distinto, esas personas están fuera del campo democrático. La democracia no es para todos: no es para racistas, clasistas, homófobos, machistas y prepotentes que piensan que son más que otra persona solo por apellidos, cargos o cosas materiales. Con ellos hay que marcar una línea en la arena: los obradoristas y la oposición, porque no vamos a avanzar a ningún lado si seguimos pensando que podemos convivir con esas personas y que no pase nada.

Estoy listo para el debate con quien quiera escuchar los argumentos de la reforma electoral. Prometo hacer lo mismo con los temores y reticencias al proyecto. A los demás que no concedan este mínimo de decencia, fuera. La democracia no es para ustedes.

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