La estafadora Lizeth (N) y el notario Saúl (N), los impunes del sexenio
La fama de los abogados es terrible, devastadora y, en contados casos, es admirable y ejemplar. Son muy conocidas las películas norteamericanas de litigios en la corte, con fiscales que no son como los nuestros, con jueces togados y adustos, su legendario sistema de jurados, una instancia que aquí sería imposible por nuestra endémica corrupción y los abogados litigantes de toda laya. El actor Al Pacino filmó “Justicia para todos” donde actuó en el papel de un abogado comprometido con el valor supremo de buscar justicia. Luego actuó en el “El abogado del Diablo” donde él era el verdadero demonio. Bueno, pues aquí en Coahuila tenemos que los abogados en nuestro sistema notarial son exactamente lo mismo. Hay notarios que actúan conforme a derecho y son verdaderos adalides de la fe pública y otros tantos que son peor que el abogado del diablo, porque no son una ficción en el fraude, la falsificación, el despojo y la prostitución de la fe notarial en contubernio con la delincuencia organizada, exactamente como Saúl (N), el “notario del diablo”.
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Pero ¿por qué se cuela tanta rata en la noble y respetable profesión del notariado?
El suscrito es lego en asuntos jurídicos y notariales, pero no hace falta ser un experto para darse cuenta que la regular aparición de notarios ratas tiene un mal de origen aquí en Coahuila, que consiste en la costumbre histórica que tiene el gobernador del estado para otorgar, al final de su sexenio y con toda discrecionalidad, los fiats notariales al mejor postor ($), a sus incondicionales, paleros, parientes, queridas, políticos del partido gobernante y, como ahora ha sucedido en este sexenio, a políticos de los partidos de oposición para que no hagan olas en ese maremágnum de caca de la fe notarial.
Estamos ante un esquema donde vale madre la experiencia adquirida. Por ejemplo, hay abogados que son empleados de notarías y que merecen ser tomados en cuenta. Asimismo, al gobernante poco le importa el filtro selector del examen de oposición. De las más de 60 notarías que otorgó Riquelme, si acaso fueron tres abogados los que presentaron examen y los demás puros improvisados. Y usted puede apostar con toda confianza sus Centenarios contra bilimbiques tronchados que si al actual secretario de Gobierno, Fernando de las Fuentes Hernández, le ponen el examen para ser fedatario lo reprueba. Y eso que actualmente es notario público.
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Aquí mencionamos la admiración del filósofo Miguel de Unamuno por el notario español Joaquín Costa. Y es que no es nada fácil llegar a ser notario en España. El examen de oposición requiere de mucho tiempo para ser superado. Se habla de un mínimo de tres años. Superada la oposición se exige un año de prácticas en una notaría para adquirir experiencia. Una vez terminada la práctica, el abogado aspirante deberá presentar un examen final para obtener su licencia.
Aquí en el estado el sistema notarial está podrido de origen, por su ley obsoleta y la falta de sanciones a la alta delincuencia organizada notarial. En este sexenio sólo a un notario ladrón le retiraron el fiat. Y no sabemos de alguno de los muchos estafadores que haya parado en la cárcel. Urge una profunda reforma a la Ley del Notariado de Coahuila. Y mientras tanto, el notario Saúl (N) y la estafadora Lizeth (N) siguen atracando.