La influencia de Musk no se limita al DOGE y debería ser motivo de alarma

Opinión
/ 21 marzo 2025

Elon Musk concentró sus esfuerzos, y gastó millones de dólares, en participar en elecciones y en la política nacional e internacional. Ahora apunta a una crucial contienda electoral que determinará el control de la Corte Suprema de Wisconsin

Por Kate Shaw, The New York Times.

Esas elecciones están previstas para el 1 de abril (la votación anticipada comienza el martes), y Musk apoya al candidato conservador Brad Schimel frente a la candidata liberal Susan Crawford. Una victoria del juez Schimel haría que el tribunal pasara del control liberal al conservador, con implicaciones potencialmente enormes para el acceso al voto, los distritos legislativos, el aborto y otras cuestiones.

La perspectiva de que un multimillonario con una enorme influencia sobre el gobierno federal pretenda también dictar la dirección de la democracia a nivel estatal debería alarmar profundamente a cualquier persona comprometida con el federalismo, un valor constitucional básico. El federalismo es especialmente importante en estos momentos. Con un control republicano unificado en Washington D. C. y un Congreso que ha participado voluntariamente en su propia defenestración, los estados y las instituciones estatales están listas para convertirse en lugares cada vez más críticos para la preservación de los derechos y el Estado de derecho.

La interposición de Musk comenzó en enero con un post en X en el que instaba a sus seguidores a “votar a los republicanos para la Corte Suprema de Wisconsin”. (La contienda es apartidista, pero estaba claro lo que quería decir: vota al juez Schimel). Desde entonces ha desatado la fuerza irresistible de su bolsillo en la contienda: según datos recientes, su AmericaPAC ha gastado más de 6,3 millones de dólares en ella, y Building America’s Future, afiliada a Musk, ha gastado otros 4,3 millones. Otro PAC afiliado a Musk, Progress 2028, está emitiendo anuncios engañosos que pretenden apoyar a la jueza Crawford, pero que en realidad parecen diseñados para ayudar al juez Schimel.

La política de Wisconsin está tan dividida como la de cualquier otro estado, y la Corte Suprema lleva mucho tiempo en medio de ella. Wisconsin tiene un gobernador y un fiscal general demócratas, una asamblea legislativa controlada por los republicanos y una Corte Suprema estatal de 4 a 3, en la que los liberales actualmente tienen la mayoría. En noviembre de 2024, Trump ganó el estado por solo 29.000 votos —su victoria más ajustada en cualquier estado disputado—, mientras que la senadora demócrata Tammy Baldwin fue reelegida por un estrecho margen.

Durante años, la redistribución de distritos produjo una enorme ventaja republicana en la legislatura del estado. Pero en 2023 —en otra costosa y vigilada contienda por la Corte Suprema— la liberal Janet Protasiewicz venció al conservador Dan Kelly y cambió el equilibrio ideológico de la Corte. Ese mismo año, la nueva mayoría de 4 a 3 consideró que los mapas de la distribución de distritos de la legislatura estatal violaban la Constitución del estado y debían volver a trazarse. Los nuevos mapas finalmente establecidos, esbozados por el gobernador demócrata y promulgados por la legislatura republicana, crearon las condiciones de una auténtica competencia democrática.

La mayoría liberal del tribunal también ha dictado sentencias que permiten los buzones de voto y anulan una decisión de 2022 que prohibía su uso; y, apenas el mes pasado, rechazó (por motivos de legitimación) una impugnación de los procedimientos de voto en ausencia presencial del estado.

Estas cuestiones de democracia a nivel estatal son especialmente importantes a la luz de lo que ocurrió en el estado en 2020, cuando el tribunal supremo del estado estuvo a un solo voto de respaldar las extravagantes alegaciones de fraude electoral de la campaña de Trump: el único tribunal estatal que ha considerado seriamente tales alegaciones. En aquel momento, tres de los jueces en ejercicio del tribunal habrían considerado la posibilidad de anular cientos de miles de votos en zonas profundamente demócratas.

Los dos candidatos de este año, los jueces Crawford y Schimel, son jueces de primera instancia. La jueza Crawford ha sido respaldada por el Partido Demócrata del estado, así como por la AFL-CIO (Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales por su sigla en inglés) y Planned Parenthood de Wisconsin; el juez Schimel ha sido respaldado por el Partido Republicano del estado, grupos antiabortistas, la Asociación Nacional del Rifle y ahora, por Musk.

Del mismo modo que ha sido difícil separar los motivos económicos personales de Musk de sus objetivos ideológicos cuando se trata de desmantelar la burocracia federal, no está claro hasta qué punto su intervención en Wisconsin está motivada ideológicamente y hasta qué punto puede tener un interés personal más reducido. En enero —apenas una semana antes de que Musk apoyara al juez Schimel— Tesla demandó al estado de Wisconsin en un desafío a las normas estatales sobre concesionarios que bien podría acabar ante la Corte Suprema del estado.

Ya sea por intereses empresariales o por el deseo de ampliar su influencia instalando a aliados ideológicos en todos los puestos de poder imaginables en el escenario nacional, internacional y ahora estatal, el esfuerzo de Musk por ejercer el control sobre estas elecciones debería ser motivo de alarma. La cantidad de poder que está ejerciendo parece totalmente incompatible con los preceptos básicos de igualdad política, responsabilidad gubernamental y, sobre todo, soberanía popular.

En Wisconsin hay mucho en juego: la Corte Suprema del estado tiene dos causas pendientes sobre la aplicabilidad de la prohibición estatal del aborto de 1849. El tribunal supremo estatal también podría acceder a escuchar una impugnación de los distritos del Congreso de Wisconsin, que no se vieron afectados por la sentencia de 2023 sobre los distritos estatales y siguen reflejando una distribución partidista extrema, con seis de los ocho escaños del estado en manos de los republicanos. Y un cambio en el tribunal podría revisar y quizás incluso anular la reciente decisión que volvió ilegales los anteriores mapas legislativos del estado, allanando el camino para la restauración de las supermayorías republicanas en la legislatura de Wisconsin.

Debemos entender el interés de Musk en estas elecciones como un reconocimiento del hecho innegable de que gran parte de la legislación y la política seguirán haciéndose en los estados, pase lo que pase en Washington. Pero su entrada en la contienda de Wisconsin podría servir como un momento de galvanización para los votantes preocupados por la influencia de este multimillonario en nuestra política y una forma de dar a conocer sus objeciones.

Kate Shaw es colaboradora de Opinión, profesora de derecho en la Facultad de Derecho Carey de la Universidad de Pensilvania y presentadora del pódcast de la Corte Suprema Strict Scrutiny. Fue asistente jurídica del juez John Paul Stevens y del juez Richard Posner. c. 2025 The New York Times Company.

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