La marcha del 8M en Saltillo y el scariphare
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Nutricio el cambio de percepción de algunos medios de comunicación locales sobre los grafitis realizados por las mujeres que se manifestaron en la pasada marcha del 8M en Saltillo. Interesantes también los testimonios de las mujeres del departamento de limpieza a quienes les encargaron borrar dichos grafitis, pues al ser entrevistadas para dar su opinión sobre estos actos tipificados como vandálicos, respondieron que las manifestantes luchaban por ellas también.
Recuerdo a Henry David Thoreau y su necesario libro Desobediencia civil, en donde plantea que la desobediencia civil es el verdadero fundamento de la libertad, incluso articula que se desobedece a sabiendas de existir una ley que provoque el encarcelamiento de quien desobedece, y esto, al saberse, implicaría la aceptación incluso de padecer la pena aunque fuera injusta, logrando además, si es posible, el cambio de la propia legislación al hacerse evidente la injusticia resultante al encarcelar a quien transgrede lo que se considera como ilegal.
Un amigo con muchas conexiones y acceso a información, me envió, durante la marcha, un dato interesante: “dicen que son 10 mil mujeres, algunos dicen que son incluso más”. Y otro amigo que se sentó a ver pasar a las mujeres, dijo que esperó más de 15 minutos a que pasara el contingente. Al preguntarle si pensaba que habían sido 5 mil las reunidas, dijo que no, que para sus cálculos fueron muchas más de 10 mil fácilmente. Y ¿qué implica esto? Pues la más alta participación de mujeres en todas las marchas convocadas hasta el momento en Saltillo, y esto da un dato: se siente impotencia e indefensión ante un estado de cosas que entre otros factores, no aplica la ley.
Por otro, leí en algunas comunicaciones incluso compartidas también por mujeres con fuertes inclinaciones religiosas institucionales católicas o cristianas, que a las mujeres les corresponde obedecer y hacer caso a “Dios” o bien al “hombre”. Sí, obedecer a un Dios representado como un hombre. O bien, a otro hombre. Hombres ambos, pues.
Dicen ciertos textos religiosos que tanto han hecho daño al desarrollo de la mujer que corresponde a la mujer ser dócil, callada, temerosa de Dios, entregada, soportarlo todo y aguantarlo todo porque eso hace el amor, dicen. Esto implicaría soportar en silencio incluso las violaciones de los propios padres o cuidadores a hijas e hijos. Es decir, les tocaría sostener la idea de familia nuclear aunque contenga abusadores, por el simple hecho de que sus antecesores no aprueban el divorcio, esa “cosa mala” que acaba con las familias, aunque la familia por dentro sea un espacio de abuso.
Este discurso de obediencia y de la existencia de una sola forma de ser, no considera la alteridad tan diversa de construir la feminidad o el nominativo mujer. Constituye además una descalificación del movimiento feminista, movimiento que ha sido tan reflexivo y diverso que incluye a las mujeres, sean estas, por decirlo de algún modo, las relacionadas con el sexo biológico que mostraron evidentemente en su cuerpo al nacer, como a las mujeres que se consideran como tal sin tener genitales femeninos. Así, la pasada marcha abrazó a todo lo femenino que ha sido vulnerado por el sistema patriarcal hegemónico.
Suena fuerte todavía la voz del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, quien declaró: “el patriarcado está contraatacando, pero nosotros también”. Y refirió a siglos de patriarcado, discriminación y estereotipos nocivos que han creado una enorme brecha de género en la ciencia y la tecnología. Por eso no es gratuito que hable de la necesidad de un mundo digital inclusivo y de cómo esto permitirá la equidad de la cual posteriormente se traducirá en la igualdad de género, pero lo ve lejos, faltan 300 años, dice.
Es valiosa su voz en el contexto en el que una gran diversidad de hombres se han sumado a la causa feminista, ya no pidiendo a las mujeres que hagan más, sino planteando cambios en acciones y abriendo preguntas adentro de sus propios círculos masculinos, para ofrecer otro tipo de acompañamientos y modificaciones a estructuras que se han mostrado permisivas en los abusos, y aquí no solo hablo de la familia, sino de los centros laborales, empresariales y de cúpulas de todo tipo.
Hubo ciudades en este país, que permitieron incluso la lectura de los grafitis realizados por las mujeres y para ello esperaron a que esas expresiones de descontento fueran analizadas y valoradas por la comunidad en la que se expresaron días posteriores a la marcha, solo después del tiempo considerado necesario para esa lectura pública, fueron borradas.
Aquí, en la manifestación en Saltillo, una de tantas consignas que leí, fue: “como quisiera ser pared para que te indignes si alguien me toca”.
En la Grecia antigua los grafitis eran cosa común para la vida pública, son famosos por ejemplo, los grafitis localizados en Pompeya. Grafiti proviene del vocablo latín scariphare, que significa incidir con un scariphus, un estilete o punzón.
Y por cierto ¿qué nos indigna a cada uno de nosotros con respecto a la marcha o con respecto a la condición de la mujer?