La música para mejorar la memoria
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Lo acepto, mi memoria es un desastre. Es selectiva, recuerda solo lo que le conviene y mi capacidad de retención y de traer los recuerdos del pasado al presente, está limitada a libros, fechas, personajes y música. Ya no soy, ni por mucho, aquel que, como decía Mark Twain, “cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no”. Hoy soy pésimo para nombres de personas, cumpleaños, citas, números de teléfono y toda clase de registros sociales que mi cerebro sabotea solo para situarme en el borde de la locura. Lo comprobé hace poco durante un compromiso social, pues una persona se acercó y me saludó en forma amable y yo puse cara de estúpido y le dije: “Mucho gusto. Al pasar esto, Sandra, mi esposa, me dijo: ¡Cómo es posible, si la conoces desde hace años!”.
Más tarde, escuché una canción ochentera que recordé de inmediato. ¿Debería de preocuparme? Al parecer no, pues todo esto me hizo recordar (no sé cómo lo hice), un estudio publicado por la revista “Cerebral Cortex”, donde investigadores de la Universidad McGill, de Montreal, dieron a conocer el proceso en el que el cerebro reconoce y recuerda canciones. Lo que encontraron fue que aprender algo haciéndolo, es decir, involucrando las redes motoras del cerebro, es más eficaz que hacer un aprendizaje pasivo.A esto lo llamaron “efecto de la producción” sobre la memoria. Aseguran que esto ocurre cuando tratamos de reproducir palabras o sonidos, en los que ha intervenido el sistema motor del cerebro, es decir, que previamente hemos producido de forma activa. En este caso, recordamos con mayor facilidad la letra de una canción, porque previamente la habíamos cantado, algo que no hubiera ocurrido si solo la hubiéramos escuchado. Lo mismo pasa con las palabras, pues pronunciarlas ayuda a memorizarlas de forma más eficaz que escucharlas o solo leerlas.
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El doctor Brian Mathias, científico que dirigió el estudio, asegura que el aprendizaje activo, refuerza la memoria porque involucra al sistema motor del cerebro. Dice que la vieja y tan denostada costumbre de memorizar repitiendo, funciona porque involucra al sistema motor que favorece el recuerdo.
Otro estudio del tema publicado por la revista “Brain” y elaborado por el Instituto Max Planck, reveló los resultados del experimento, al que se sometieron 30 personas que escuchaban música conectadas a un equipo de resonancia magnética funcional que comprueba la actividad cerebral y que constató, que la música se aloja en zonas del cerebro diferentes de las áreas donde se guardan los otros recuerdos. Jörn-Henrik Jacobsen, coautor del estudio, dijo que “al menos, los aspectos cruciales de la memoria musical son procesados en áreas cerebrales que no son las que habitualmente se asocian con la memoria episódica, la semántica o la autobiográfica”. La ciencia ha comprobado que la música ha derrotado hasta al Alzhéimer, pues las últimas cosas que olvidan los enfermos de este maldito mal, son las viejas canciones de su infancia.
Nietzsche decía que sin música, la vida sería un error. La música nos ha acompañado aun antes de que le pusiéramos nombre a las cosas. La música es gozo, dolor, esperanza, tristeza y es también alegría. Es una celebración de vida tan importante, que se graba en nuestro ser de tal forma, que la podemos recordar incluso cuando ya hemos olvidado hasta quienes somos.
Y como la música es nuestra pasión, les comento que mi hija Regina Durán Ruiz, una joven soprano, fue elegida para interpretar el papel de Susana en la ópera “Las bodas de Fígaro”, del gran Mozart. Susana y Fígaro son los personajes principales de la trama que intentan casarse a pesar de los diversos obstáculos y desafíos. A lo largo de la ópera, su historia de amor, superó los intentos del Conde de interferir con sus planes de matrimonio. La obra se presenta en enero en el Centro Nacional de las Artes en la ciudad de México y aunque sería imposible que yo olvidara este evento, dispongo de un mecanismo infalible y que tiene una doble intención: El primero es mi hija Regina, que se encarga de recordármelo cada cinco minutos, y el segundo, que al paso que voy y con la clase de memoria desastrosa que tengo, no puedo olvidar que son los hijos quienes eligen el asilo.
@marcosduranfl