La paradoja de criminalizar haitianos
Una de las particularidades del discurso del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, recordamos, fue asociar a los mexicanos como violadores, criminales y narcotraficantes: “bad hombres”. Inclusive alguna vez aseguró que cuando México envía a su gente “no nos envía a lo mejor”, aludiendo otra vez a que quienes llegan son violadores y criminales.
Ese discurso de criminalización del migrante, sobre todo mexicano, fue acogido por un sector importante de la sociedad norteamericana. Y los efectos de ese discurso de odio, racismo y xenofobia los seguimos viendo con el trato que muchos blancos estadounidenses dan al mexicano, migrante o cualquiera que hable español. No son gratis todos esos videos que se vuelven virales donde estadounidenses caucásicos reclaman a personas por hablar español o les exigen que regresen a México, por mencionar las experiencias menos violentas.
Y a nosotros como mexicanos por supuesto que esto nos indigna. Pero, ¿a qué viene a cuento recordar esto?
El lunes pasado, después de vivir la crisis migratoria más álgida en la frontera coahuilense con la llegada de 15 mil haitianos a Acuña y el Puente Internacional de Del Rio, Texas, el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme dijo que se detectó la venta de droga al interior del campamento en Acuña; aseguró que hubo intromisión del crimen organizado, “estaban vendiendo droga hacia el interior de los campamentos de migrantes, detectado por nosotros”, dijo.
Y añadió que la migración de los últimos días puso en riesgo la salud, la seguridad y la relación comercial.
Hay que tomar con cautela los dichos por el mandatario estatal, por el riesgo de criminalizar a los migrantes haitianos y hacerlos ver como un problema de seguridad, tal cual Trump quiso hacer con los mexicanos.
Primero. A no ser que policías estatales o de la policía investigadora hayan estado encubiertos en el campamento, ninguna autoridad del estado se paró allí hasta que entró personal del Instituto Nacional de Migración (INM). Camilo Contreras Delgado, director regional del Noreste del Colegio de la Frontera Norte, entrevistado para VANGUARDIA, dijo que “había un vacío” por la ausencia de autoridades (locales y federales) en el campamento.
Segundo. El gobernador anunció su interés por estudiar la posibilidad de reformar el Código Penal estatal para que se castigue a quien traslade migrantes. Pero el narcomenudeo sí es delito del fuero común y es deber del Estado combatirlo, y si se detectó esa “venta de droga en el campamento”, ¿por qué no se actuó?, ¿por qué se dejó impune? Me parece muy ligero hablar de que se “detectó venta de droga” como una forma de criminalizar, pero sin haber movido un dedo para evitar o castigar ese delito.
Tercero. La criminalización general de un grupo, en este caso los haitianos, es peligroso porque construye un estereotipo negativo, los asocia como entes peligrosos por ser posibles delincuentes.
AL TIRO
La Declaración de Durban señaló que la xenofobia contra los no nacionales, en particular los migrantes, constituye una de las causas principales del racismo contemporáneo.
Hay que entender que México siempre será un país de tránsito y hasta destino de migrantes por el simple hecho de ser
vecino de la máxima potencia mundial.
El criminalizar a minorías, en este caso migrantes, tiene un trasfondo mínimo de discriminación, pero que puede alcanzar tonos de intolerancia y xenofobia, como los que todavía resuenan en Estados Unidos.
El investigador Miguel Ángel Vite Pérez dice en un su ensayo “La criminalización de la inmigración”: “En un contexto de globalización económica neoliberal, donde la miseria y la pobreza han sido vistas como partes del mundo del crimen, y al mismo tiempo, la movilidad de trabajadores de los países menos desarrollados hacia los desarrollados, ha sido considerada como un problema de seguridad nacional”.
En ese sentido, así como en Estados Unidos el discurso
de Trump de criminalizar mexicanos dio entrada para que sus seguidores también pudieran denostar, atacar e insultar,
se corre el mismo peligro
en cualquier otro sitio. El estigmatizar genera desprecio, revictimización y un riesgo de confrontación.
No se puede correr el riesgo de criminalizar a cualquier migrante a la ligera, porque el día de mañana, no nos sorprenda, los videos virales que circulen pueden ser de mexicanos atacando y odiando a hondureños, salvadoreños o haitianos.