La peligrosa reforma en materia de agua

Opinión
/ 25 diciembre 2025

Los legisladores deben ser muy cuidadosos con los efectos de la reforma, porque podría afectar al campo mexicano de forma permanente

No se puede negar que desde hace varios años existe escasez de agua en varias zonas del país, generada en gran medida por la sobreexplotación de los mantos acuíferos, las fugas y la contaminación de las fuentes de abastecimiento. Por ende, suena lógico pensar en su regulación. Sin embargo, la forma en la que nuestros legisladores han abordado el problema no es la correcta.

Porque todas las baterías se han enfocado en las concesiones de los particulares, lo cual incluye tanto a personas que tienen muchas concesiones –algunas de las cuales incurren en acaparamiento– como a pequeños productores, que tienen una o dos concesiones, sin las cuales su tierra no valdría casi nada. De ahí que resulte muy peligrosa la pretensión de que no se puedan heredar las concesiones.

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Por ejemplo, ¿de qué sirven algunas hectáreas de tierra en el desierto coahuilense sin que las mismas se puedan regar? Por ende, si un padre que invirtió años de trabajo en una parcela de cultivo –que genera recursos, pero no tantos– muere y sus hijos no pueden heredar la explotación del pozo de agua, precisamente para regar dicho cultivo, esa propiedad está destinada a la extinción, porque ya no será productiva, pero además perderá valor y la tendrán que vender a una fracción de su precio.

Debido a ello, los legisladores deben ser muy cuidadosos con los efectos de la reforma, porque podría afectar al campo mexicano de forma permanente, acelerando la despoblación, eliminando pequeñas propiedades y empobreciendo comunidades. Pero ello no para ahí, ya que el resto de la población también se vería afectada: al haber menos producción de alimentos el precio de los mismos tendería a subir, generando desabasto e inflación, así como dependencia de los alimentos del exterior.

Lo paradójico es que las grandes empresas, que son las que acaparan el agua y han propiciado la sobreexplotación, no serán afectadas por la reforma, de manera que no se resolverá el problema de fondo y se van a crear otros nuevos.

Hacia donde debió enfocarse la reforma es, precisamente, al acaparamiento del agua y a la especulación. Por ejemplo, impedir que se puedan rentar pozos o vender el agua de los mismos, salvo cuando se tenga un permiso especial. De esta manera se garantiza que quienes tienen concesiones las usen para hacer productivas sus propiedades.

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Pero también hay que considerar que no todo se resuelve con cambios a la ley, se requiere invertir más en agua, en captación de precipitaciones, en mayores sanciones a quienes la contaminan, así como en cuidar los sistemas urbanos de agua que suelen tener muchas fugas, para que sean más eficientes, porque de lo que se trata es de cuidar un recurso escaso y necesario para la vida.

El gran problema de las normas es que, a pesar de que se pueden revertir en caso de que tengan efectos negativos, el impacto de esos efectos es difícil de borrar, es decir, si esto propicia la quiebra de pequeñas propiedades agrícolas, las mismas podrían quedarse improductivas por años.

victorsanval@gmail.com

@victorsanval

Columna: Reinventando a Maquiavelo. Actualmente colabora como asesor en la Comisión Nacional de Seguridad. Cuenta con un Diplomado en Políticas Publicas impartido por el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública. Amplia experiencia en el campo del periodismo editorial, con publicaciones en más de 10 medios impresos.

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