La siguiente pesadilla

Opinión
/ 27 agosto 2022
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Recuerdo fresco son los pispiretos ojos de mi hermana Luzma aquel verano de 1970, cuando en compañía de mis padres acudimos a la compra de útiles escolares a la afamada librería Martinez, sita por la calle Zaragoza bajando el Palacio de Gobierno en mi natal Saltillo.

Ella iría a iniciar su educación primaria en el colegio Valle Arizpe y yo mi tercer año en el colegio Mexico.

La lista de útiles escolares incluía en su caso varios cuadernos de doble raya, otros de cuadricula que en forma italiana y sin espiral pertenecían a la marca Colonial, de pasta color azul tenían la imagen de una cúpula; otro mas de dibujo, ese si de espiral de la marca Scribe; luego los colores Jungla y unos pliegos de papel de variedades cartulinas, lustrinas; también hule para forrar, lápices ticonderoga, plastilina Baco o Jovi(que no te debías comer, pero igual le dábamos sus masticadas) y una mochila de baqueta color miel con bolsas al frente y correas al fondo para cargarla en la espalda. Luego papá las llevaba a “La Potranca” para que les grabaran nuestros nombres, ya que era un producto muy generalizado y dado a confundirse, simple cosa de niños, hoy vedada por motivos de inseguridad.

Luego seguía la compra de uniformes que igual podía ser en Saltillo Mercantil Centro, de la familia Iga Tafich, en un local del que perdí memoria por la calle de Zaragoza bajando Aldama.

Con la paciencia característica de Chita, mi madre, comenzaba el forrado de cuadernos de acuerdo con el color de la materia que era indicado en la misma lista escolar y de ahí el tesoro a guardar en las mochilas que fácilmente tenían un peso, sin libros de texto, de unos tres kilos. Estos últimos llegaban a mediados de septiembre más o menos a las dos semanas de iniciar clases.

Todos con la portada impresa de una mujer con rasgos indígenas y vestido blanco que enarbolaba la bandera nacional y el águila devorando a la serpiente de fondo. La mujer simbolizaba a la patria (transparente y diamantina, a decir del poeta López Velarde).

Ignoro qué cantidad haya invertido mi padre en esos haceres, pero nuestro agradecimiento fue siempre a través de hacer lo mejor que podíamos para obtener buenas calificaciones y los dos contentos y orgullosos.

Hoy en día, sobrevivientes de las diversas crisis económicas que ha tenido lugar en esta tierra, el esfuerzo de los padres de familia a fin de cubrir las listas de material escolar es enorme y provoca que se desequilibre el gasto familiar básico en miles de hogares.

De acuerdo con la Profeco, en 2022, se indica que, de los 17 artículos básicos de la lista escolar en la primaria, se puede gastar un total de 444.26 pesos si se eligen los útiles más económicos. Por el contrario, si se eligen los útiles más caros, el costo puede superar los mil 83 pesos.

Y desafortunadamente al ir avanzando y creciendo los niños, después inscritos en algún nivel de educación secundaria, deberán pagar, en promedio, 829.40 pesos por los útiles escolares. Cabe señalar que esta cantidad puede aumentar o disminuir de acuerdo con las marcas de los productos.

El promedio nacional de hijos por familia es de 2.1 por lo que hay que sumar a estos gastos los relacionados con: cuotas de la sociedad de padres de familia, uniformes, seguros escolares, transporte escolar, material para las tareas y el refrigerio diario.

Esa es la primera pesadilla, la segunda se refiere a la culminación de los estudios o graduaciones, otro evento que viene junto (mi abuela decía que un mal nunca viene solo) y aquí parecería que no hay límites en la emoción, pero igual desde los infantes del jardín de niños hasta los universitarios.

Según la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes: “una graduación en preescolar tiene un monto de 3 mil 550, mientras que a nivel primaria alcanza hasta los 4 mil. Las cifras se incrementan de manera notoria en las graduaciones de secundaria con un costo promedio de 7 mil 500, mientras que para el nivel bachillerato el gasto es de 8 mil 850 pesos, y de más de 11 mil pesos en universidad”. (Monitoreo 2021).

Ayudaría en mucho a la economía familiar una regulación efectiva de precios de los útiles y uniformes escolares, de los implementos para las graduaciones, pero sobre todo de la creación de una Comisión nacional o estatal de útiles gratuitos en escuelas públicas, que lograría el objetivo para el que fue creado el articulo tercero de la Constitución en vías de una educación gratuita, libertadora y entregada a la creatividad, el desarrollo social y la igualdad de todos los mexicanos. Vaya sueño.

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Orestes Gómez es saltillense, estudió en la Facultad de Jurisprudencia de la UA de C y la Normal Superior de Coahuila las licenciaturas en Derecho y Educación Media. Ha impartido cátedra en la Facultad de Jurisprudencia de la UAC, Preparatoria Mariano Narváez de la UA de C, UANE planteles: Saltillo, Torreón, Piedras Negras y Matamoros y en la Universidad Autónoma de Piedras Negras. Ha impartido conferencias en la UANE Saltillo, CTM Coahuila, Asociación de Maquiladoras de Nuevo León y Facultad de Economía de la UA de C. Ganador del premio estatal de Periodismo de Coahuila en 5 ocasiones: 1996, 1999,2000 y 2006 en editorial en prensa y la presea Antonio Estrada Salazar por 25 años de trayectoria. Ha escrito tres libros: uno de poesías titulado “Memorias del Tigre Espejo”, “Cuentos Conurbados” y uno relacionado con los Recursos Humanos “A Little bit about Mexican Law and Human Resources”. Es un tigre espejo que merodea por entre los muros de la desigualdad, la represión y el oprobio escupiendo verdades através de su incómoda pluma.

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