La sinceridad es a la persona, lo que la transparencia a las instituciones

Opinión
/ 19 mayo 2024

Hay frases como “te voy a ser sincero”, “la verdad de las cosas”, que son como aquella que dice con frecuencia un comediante mexicano, esa de “con todo respeto”, efectivamente, cuando lo dice, ya no hay tal valor. En el caso de la sinceridad y la transparencia, difícilmente aparecerán después de haberlas enunciado. Y en ese sentido, hay profesiones e instituciones que por el ámbito en el que se mueven se han ganado a pulso el cliché de ser corruptos, que sería la consecuencia de no actuar de forma sincera y transparente. Le pongo un ejemplo.

La Encuesta Nacional de Impacto Gubernamental 2023 que depende de INEGI, cuando habla del grado de percepción de confianza de la sociedad en instituciones o diferentes actores en 2023, dice que el mayor nivel de confiabilidad que tiene la población es el ente familiar, con un 87 por ciento; le siguen las universidades públicas, con un 78.7 por ciento; enseguida las escuelas públicas, con un 78.7 por ciento; luego los compañeros de trabajo, con un 75.6 por ciento; luego el Ejército y la Marina, con un 71 por ciento; en un escalón después, los vecinos, con un 71.4 por ciento.

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Continúan la lista los Organismos Públicos Autónomos descentralizados, la Guardia Nacional, con 65.6 por ciento; las instituciones religiosas, con 61 por ciento; las Organizaciones no Gubernamentales, con 60.5 por ciento; las Comisiones de Derechos Humanos, con 60.3 por ciento; el Gobierno Federal, con 54.1 por ciento; los Institutos Electorales, con 54.7 por ciento; los servidores públicos, 50 por ciento; los gobiernos municipales, 49.9 por ciento; los medios de comunicación, 49.1 por ciento; los gobiernos estatales, 45.1 por ciento; los empresarios, 46.9 por ciento; los jueces y magistrados, 39.4 por ciento; el ministerio público y la fiscalía estatal, 36.6 por ciento; los sindicatos, 38.5 por ciento; los policías, 33.3 por ciento; la Cámara de Diputados y Senadores, 34.5 por ciento; y en la parte final de la encuesta los partidos políticos, con un 27.9 por ciento. Es decir, el 72 por ciento de la población no confía en los partidos políticos. ¿Usted confía?

Como ya se dio cuenta, la profesión menos confiable es la de los servidores públicos –diputados, senadores, policías, ministerios públicos, fiscalías estatales, jueces y magistrados y todo lo que huele a servicio público– y la institución más denostada por cualquier encuesta que tenga como tenor la confiabilidad, es la de los partidos políticos, esos mismos que hoy nos tienen acaparados los tiempos de radio, televisión e internet y que hay momentos en los que nos llevan al hartazgo con sus falacias, embustes, demagogia, doble discurso y simulación. Esos mismos que a pesar de sus fraudes, falta de transparencia y ostracismo siguen llenándonos las pantallas de campañas de odio y de búsqueda de poder a toda costa, como dicen por ahí, no tienen llenadera y agregaría, ni un poquito de pena.

Por eso es importante que revise, en lo que nos queda de camino rumbo a la elección, quién de los partidos-frentes y alianzas y sus respectivas candidatas y el candidato, se aproxima más a la sinceridad y a la verdad. Ojo, se aproxima, en concreto quienes son los menos dobles y mentirosos. Revise por favor los discursos, los spots, las entrevistas de las que son objeto y contraste con información que le sobrará en la red.

Solo estoy de acuerdo con ellos cuando dicen que: “Nos jugamos el futuro de México”. Y dígame usted si no, por si no le había quedado claro, que de quien se sienta en la silla presidencial depende la seguridad, la salud, la educación, el precio de los insumos, las gasolinas; lo que quiera. Y hay quienes siguen afirmando que la política no les importa y que no saldrán a votar. Por tanto, sin apasionamientos, revise usted quién de los candidatos se aproxima más a la sinceridad y cual de los partidos, frentes o alianzas, más a la transparencia.

La sinceridad es a la persona lo que la transparencia -en este caso– es a los partidos. Se contrapone al engaño, a la mentira, a la falsedad y a todo aquello que nos impide ver la realidad. En el plano personal, ser sincero es ser digno de confianza. En lo público, ser transparente es la garantía de quien activamente quiere evitar cualquier suspicacia que tenga que ver con la corrupción.

Quien miente, se engaña a sí mismo. La verdad, por tanto, es un acto de libertad que reniega de la mentira. Es la fuente de la responsabilidad que es la capacidad que debemos de tener para prever y asumir las consecuencias de nuestros actos. Lo contrario es la hipocresía, la máscara que nos vuelve falsos y contrarios a la verdad. La hipocresía que manipula, divide, falsea, separa, deforma y rompe los vínculos en una sociedad, es una traición a uno mismo. Eso es en lo privado, pero que impacta lo público. ¿Quién de las candidatas-candidatos se aproxima más a la sinceridad?

Lo otro es la transparencia. De acuerdo con Adolfo Gilli (2017), es la cualidad de no ocultar nada y, en este sentido, una institución transparente es aquella que cuenta con políticas y acciones que hacen disponible información referente a diversas materias como el funcionamiento de sus procedimientos internos, el uso de sus recursos financieros y humanos, la calidad de los bienes o servicios que ofrece y el desempeño de sus funcionarios, entre otras. ¿Cuál de las instituciones políticas que los representan, visualiza usted como más transparentes?

A quince días de las elecciones ya tiene usted otros dos elementos para elegir a quien más se acomode a su forma de ser y de pensar, ¿o de plano no le apuesta a la sinceridad de las personas (Claudia-Xóchitl-Máynez) y a la transparencia –de las instituciones (Morena-PT-VERDE/PAN-PRI-PRD/MC-? O de plano la ve complicada, por eso habló de aproximaciones. Así las cosas.

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