La toxicidad y ambientes políticos
En el entendido de que cada uno de los autores y filósofos más influyentes abordan temas varios y casi siempre el de la justicia, hay un clásico, Platón –no soy platónico–, que cuando en “La República”, a mediados del siglo 4, se pronuncia sobre esta dice que “la justicia es hacer lo que le corresponde a cada uno”, completamente de acuerdo.
En concreto, si cada uno de los diferentes actores, que son parte de la estructura que conforman las instituciones en la sociedad mexicana, se pusiera a trabajar en lo suyo, las cosas serían distintas. Ese ha sido nuestro problema.
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Michael Walzer, en “Las Esferas de la Justicia” –1983–, lo decía de otra forma: “cuando una esfera invade la otra, aparece la injusticia”, hablando justamente de las distintas dimensiones humanas. Ejemplo: el día en que a los empresarios les dio por ser políticos, ese día se complicó más la política en la operación. Una esfera invadió otra. La falacia estribaba en que “esos empresarios” que se volvieron políticos no iban a aprovecharse porque tenían dinero, sin embargo, todos olvidaron que tenían muchos intereses. Hay quien cree que administrar el Estado es como administrar una empresa, sobre todo en tiempos del libre mercado.
Mencioné a los empresarios que arribaron a la política, en un tiempo determinado, como pude hablar de los médicos, de los ingenieros, de los abogados, los periodistas, en fin, de todos aquellos que hacen, sin formación, lo que no deben de hacer. Con Walzer afirmo que cuando una esfera invade otra, el mundo se complica porque la esencia de cada una, así como tiene contextos distintos, tiene intereses distintos.
Hacer lo que cada quien tiene que hacer significa dedicarte a lo tuyo y dejar de meterte en todo aquello que no te incumbe. Ahora, si quieres hacer algo, si algo te complica tanto, no sólo se trata de decirlo, se trata de ofrecer soluciones. No es la crítica mordaz, insultativa, agresiva y mala leche lo que va a hacer que las cosas mejoren. Y esto va para todo, porque por todos lados vemos a estas personas y personajes, a los que hoy certeramente llaman tóxicos.
Buen adjetivo que aplica para muchos y muchas que no ayudan, pero sí estorban, ¡y vaya que estorban! La toxicidad, según la RAE, es la capacidad que tiene una sustancia química de producir efectos perjudiciales sobre un ser vivo y el ambiente que le rodea al entrar en contacto con él. Finísima descripción de muchas y muchos personajes que hoy se dedican por sistema, por despecho y resentimiento a ir en contra de todo aquello que creen que ellos pueden hacer mejor. El asunto es que cuando les tocó tener la pelota, no supieron qué hacer con ella, y si de veras quieren hacer algo por la sociedad mexicana, no es la diatriba el método, sino liderar visiblemente un grupo que busque abiertamente los puestos que atacan y critican.
Está claro ahora lo que nos chutaremos, y se acaba de inaugurar la campaña contra el autoritarismo de la Presidenta. Dicen los colombianos: ¡Qué pereza! ¿Qué sentido tiene esto? ¿Para qué? Déjenla que demuestre lo que puede hacer. Los prejuicios siempre complican. Del anterior presidente, este mismo grupo dijo que traería el socialismo. ¿Sabe usted lo que es el socialismo? Busque de qué va, en qué consiste. Dijeron que seríamos como Venezuela, ¿de veras estamos como ese país? Dijeron que vivíamos en una dictadura, ¿de veras tienen una idea de lo que implica una dictadura? Dijeron, dijeron y dijeron muchas cosas que se quedaban en el área de las falacias porque siempre estuvimos a años luz de que eso pasará. Por supuesto, sin obviar que tenemos una buena cantidad de patologías sociales que siguen sin componerse, pero no eso. ¡Falacias!
¿Qué quieren estos grupos? Por cierto, grupos sin cohesión, con cabeza, pero sin cuerpo. ¿El poder? Perdón, no sé si ya se dieron cuenta de que no es la forma. Con esas campañas sólo enturbian el ambiente. La participación ciudadana tiene otras características. Verba (1978) afirma que participa de forma ciudadana el que se hace oír, el que organiza y demanda bienes al gobierno en turno, el que negocia condiciones de vida y trabajo, el que incide sobre las decisiones políticas y vigila su proyección, el que es protagonista del devenir político. Por supuesto que eso está muy lejos de lo que estos actores proponen o como lo proponen.
Afirmaciones como: “(...) A menos de un mes de tomar posesión, la administración de Claudia Sheinbaum ha quedado marcada como autoritaria, inepta e insensata. Está destruyendo democracia, libertad, derechos, instituciones y confianza a una velocidad récord”. Auguro que no son sino el principio de seis años en los que nos encontraremos a estos personajes insistiendo en una ruta que ya transitaron y que sólo evidenciaron necedad, fracaso y ganas de fastidiar.
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Si realmente quieren hacer algo por México, hagan un proyecto serio de oposición. Consoliden un movimiento, hagan un partido, convoquen al pueblo, marquen una ruta. Pero, por favor, déjense de esta guerra sin sentido, donde se tira la piedra y se esconde la mano, cuando no ha pasado ni un mes y ya está la acusación a la Presidenta de ser autoritaria, inepta e insensata. Impresionante afirmación que bajo la protección de los derechos fundamentales –libertad de expresión e ideas–, como halo protector y escudo, utilizan para provocar justamente la reacción que afirma mediáticamente el autoritarismo.
Si es como dicen, autoritaria, o si desde el sexenio pasado hubiese habido autoritarismo, estos personajes estarían en otra dimensión de la vida. Lo otro es que, si no están dispuestos a seguir la ruta de la participación ciudadana y de la democracia convencional, atiendan la definición platónica de la justicia, en concreto, que se dediquen a hacer lo que tienen que hacer. Así las cosas.