Lecciones de Bezos: ¿Están Claudia y Xóchitl abiertas a la verdad?
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Hace unos días escuché una de las raras y contadas entrevistas al, normalmente reservado, multibillonario Jeff Bezos, emprendedor, fundador de Amazon y de Blue Origin y dueño del Washington Post. En el podcast de Lex Fridman, uno de los más populares en los Estados Unidos, Jeff Bezos responde preguntas y da puntos de vista sobre temas que van desde su rutina diaria o la vida después de dejar la dirección general de Amazon, hasta la exploración del espacio, o su estilo y filosofía gerencial.
La entrevista vale la pena para chicos y grandes. Nos presenta a un Bezos humano, aterrizado, algo nerd, con una risa que pudiera confundirse con risa nerviosa, pero con conceptos e ideas claros que hacen sentido y que están respaldados por resultados en una de las empresas más exitosas de las últimas décadas, Amazon, fundada hace casi 30 años. Antes de que se me olvide, les dejo la liga al podcast de unas dos horas para quien esté interesado: https://goo.su/s9McdP.
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Entre los múltiples temas que abordaron en el podcast, me llamó especialmente la atención la parte donde él habla sobre la necesidad de que en las organizaciones (públicas o privadas, chicas o grandes) existan personas (voces) que tengan el poder y los incentivos adecuados para decir la verdad, para señalar cuando algo no es correcto, para cuestionar a sus superiores, para que, más allá de grillas o posturas de grupos o personas, siempre exista la posibilidad y la intención de buscar, encontrar y decir las cosas como son, las netas.
No, no se trata de poner detectores de mentiras, sino de tener cerca a quien se atreverá, generalmente con datos, experiencia o hasta anécdotas, o a cuestionar lo que se toma por cierto sin el debido cuidado y proceso de confirmación. Dice Bezos: “los humanos no somos buscadores de verdad (“truth seeking”), somos animales sociales. Desde hace miles de años, al que decía la verdad (o las netas, diría yo) corría el riesgo de que lo mataran entre la noche, porque muchas veces no se quiere conocer o escuchar la verdad, porque tiende a ser incómoda. Decir la verdad puede ponerte en una situación extraña, puede ser cansado o retador y poner a la gente a la defensiva”.
Básicamente, Bezos nos dice entre líneas que los humanos en sociedad muchas veces tienden a irse por la verdad generalmente aceptada, no hacer olas, no incomodar a otros, no gastar energía en luchar contra la corriente o el rebaño de borregos, porque los humanos tendemos a ser amigables, sociales, cordiales. Bezos comenta que a veces hasta en la ciencia es difícil levantar la mano para ir en contra de lo generalmente aceptado, incluso con datos y método científico detrás. Pesa la antigüedad o edad del científico, su currículum, incluso cuando los datos deberían pesar más que las canas.
Bezos recomienda tener una cultura organizacional en la que alguien con menos experiencia, título o currículum, pero con la verdad en las manos, sea capaz de tener la razón por encima de sus superiores si viene armado de datos duros. Sugiere que en las juntas el jefe no hable primero e incluso procure hablar al final, para no contaminar a otras personas que son inteligentes y que tienen ideas valiosas que pudieran ser “la verdad”. Sugiere procurar que las ideas puedan fluir de abajo para arriba, preferentemente con datos duros, pero también fundadas en experiencia, observaciones o anécdotas aplicables que después puedan ser corroboradas con datos.
Esto inmediatamente se puede recomendar a empresas de todos tipos y tamaños, pero también a gobiernos (o proyectos de gobierno), lo cual le vendría muy bien a México ahora que nos disponemos a reemplazar a un presidente que ha sido más que alérgico a que otros hablen, a que otros tengan (otros) datos o a que exista siquiera la posibilidad de opciones distintas o debidamente estudiadas a la hora de gobernar.
Bezos comenta sobre sus reuniones de Amazon en las que se revisaban los Métricos Semanales y donde se evaluaban no sólo los grandes problemas o proyectos, que llevarán años o décadas resolver, sino esos que él llama “paper cuts”, como cortadas que te haces con el filo de un papel, que son menores y no parecen hacer mucho daño, pero que a veces son tantas que pueden llegar a afectar de manera relevante. Ya no preguntemos por los KPI’s (Key Performance Indicators) o métricos claves del gobierno actual; mejor preguntemos a Xóchitl y a Claudia, ¿cuáles serán sus métricos claves, a quién tendrán cerca que les diga la verdad?
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Sí, interesa su visión del futuro y grandes problemas a resolver (que seguro tardarán más de un sexenio), pero dediquemos más ancho de banda a que nos digan dónde están esas cortadas de papel a lo largo y ancho del país que tienen que ser atendidas (o evitadas) para que el cliente (votante) esté contento. Si yo fuera asesor de las candidatas, les diría que más allá de las recetas y nombres de siempre, es urgente armar un equipo (alejado de dogmas y del pasado) que se enfoque en entender y atender los métricos claves, buscar la verdad y en resolver y evitar tantas y tantas “cortadas de papel” con las que vive México; cosas cotidianas que en teoría deberían ser fáciles de resolver por candidatas tan capaces como dicen que son. ¿Se animarán a tener la puerta abierta a quien les diga la verdad, las netas? ¿A curanderos de cortadas de papel? ¿O seguimos con puro rollo?