León XIV: Un signo de los tiempos

Opinión
/ 14 mayo 2025

En medio del ruido que aturde y nubla las ideas y el diálogo, León XIV opta por la prudencia, por el uso cuidadoso de las palabras desde el silencio y la reflexión... Que su pontificado sea un llamado a la unidad

El pensamiento de Carlos Marx, escasamente leído en profundidad, pero innumerables veces comentado, interpretado, modificado o mal comprendido, continúa siendo un referente ideológico y doctrinal para muchas personas. Hoy en día, las diversas ideas de socialismo y comunismo continúan siendo objeto de análisis y debate. Lo mismo sucede con las ideas de Adam Smith acerca del capitalismo y el libre mercado. Ambos han tenido y tienen numerosos intérpretes, los cuales han “descafeinado” o “radicalizado” sus propuestas.

Simplificado al extremo, la biblia de los seguidores de Marx, es su obra central: “El Capital. Crítica de la Economía Política”. Para los seguidores de Smith, el texto básico es “La Riqueza de las Naciones”. Acerca de ambos, existen cientos de libros y autores que facilitaron o complicaron su lectura e interpretación.

TE PUEDE INTERESAR: Vaticano, ¿qué pasó paredes adentro?

Los intentos de concretar capitalismo o comunismo han acabado con muchas vidas: el primero, por la ambición desmedida de los dueños del capital a costa de las clases trabajadoras −la Revolución Industrial es un ejemplo histórico de ello−; el segundo, el socialismo como etapa previa a la sociedad comunista, ha incurrido en crímenes atroces. Podemos verlo con Stalin en Rusia y Mao en China. En América Latina tenemos ejemplos de ambos.

Frente a esta polarización, que daba vida a una lucha de clases, León XIII inauguró con la “Rerum Novarum, una escuela de pensamiento doctrinal, la Doctrina Social de la Iglesia Católica o Doctrina Social Cristiana. En mi caso, encuentro mi referente doctrinal en los planteamientos del papa León XIII y de sus posteriores intérpretes, quienes lo actualizaron a las siempre cambiantes realidades de la sociedad humana.

La elección de León XIV cae como una bocanada de aire fresco al mundo cristiano y a toda persona de buena voluntad. Nos invita a la esperanza de tener un nuevo líder mundial en estos tiempos de incertidumbre, polarización y desesperanza.

Robert Prevost, el Papa León XIV, es un pionero en diversos frentes, pero destaca en su pasado y en su esencia, el ser un puente que une a quienes piensan diferente.

León XIV se convierte en el primer estadounidense en ocupar el trono de Pedro, pero por decisión propia es también el primer ciudadano peruano que asume el solio pontificio. Un Papa con doble nacionalidad, un signo de los tiempos. Encarna un puente entre la Iberoamérica y la América Sajona. Cuenta con estudios de matemáticas, filosofía y derecho, constituyendo también un puente entre las dos grandes corrientes del saber: las llamadas ciencias exactas y los saberes propios del humanismo.

También es el primer papa que pertenece a la Orden de San Agustín, en cuyas Constituciones podemos leer: “El fin de la Orden consiste en que, unidos concordemente en fraternidad y amistad espiritual, busquemos y honremos a Dios, y trabajemos al servicio de su pueblo” (Constituciones, 13).

Nacido en el emblemático sur de Chicago, constituido por barrios de las clases trabajadoras, se ordenó sacerdote en 1982 y se convirtió en misionero en 1984 al ser enviado a Perú, país en el que vivió hasta 1998. Catorce años de misionero en el Perú. En 1999 regresó a Chicago como prior de los agustinos en esa provincia y en 2001 fue elegido prior general, reelecto en 2007. Tras doce años a la cabeza de los agustinos en el mundo, decidió regresar al Perú en 2013. En ese entonces, el papa Francisco estaba asumiendo el papado y un año después lo nombró obispo de la Diócesis de Chiclayo, ubicada a 772 kilómetros al norte de Lima.

Francisco le vio talentos. Hace apenas dos años decidió llamarlo a Roma para que asumiera la Prefectura del Dicasterio para los Obispos y la Presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina. Es oportuno recordar que Francisco se hizo en América Latina y confió al obispo Prevost esa parte del mundo. Hace tan sólo veinte meses, el papa Francisco lo nombró cardenal. Ignoro si existe en la historia de la Iglesia otro ascenso tan meteórico, especialmente porque los tiempos de la Iglesia suelen ser muy lentos.

TE PUEDE INTERESAR: Nuevo villano favorito de la 4T: Sale Calderón, entra Zedillo

A la sorpresa de su elección, añado −la para mí− grata noticia de que haya elegido llamarse León XIV, en memoria de León XIII. Hereda no sólo un nombre, sino el desafío de ser un puente en este mundo dividido entre ideologías populistas opuestas. Se coloca el mensaje evangélico por encima de la polarización que reina en el mundo contemporáneo. Tan pernicioso el radicalismo de unos como el de otros. Lo fueron en 1891 y lo son en 2025, aunque hoy aderezado con mucha tecnología e inteligencia artificial.

En medio del ruido que aturde y nubla las ideas y el diálogo, León XIV opta por la prudencia, por el uso cuidadoso de las palabras desde el silencio y la reflexión. En el contexto de un mundo donde la libertad y la justicia se ven amenazadas por los extremos, el papa León XIV tendrá la oportunidad de ofrecer la vía católica y universal. Que su pontificado sea un llamado a la unidad, que ponga en alto la dignidad de cada vida humana en lo individual, como base para alcanzar el bien común. Lo uno y lo otro; los dos.

Facebook: Chuy Ramírez

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM