López Tarso: un homenaje a su legado

Opinión
/ 16 marzo 2023
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“La vida no fue fácil, Macario, pero fue bueno vivirla juntos”.

Don Ignacio López Tarso tenía al parecer el firme propósito de morir actuando sobre el escenario.

Pero su antigua coprotagonista, su vieja némesis, su antagonista perfecta, La Muerte, le tomó una pequeña delantera y se lo llevó tras una estancia hospitalaria más bien breve, insignificante diría yo, en comparación con su longeva existencia.

A no dudar que “Macario” había hecho buenas migas con la democrática Huesuda desde que compartieron estelares en aquella cinta de 1960 imprescindible para nuestra filmografía, película que nos habría dado un Oscar desde entonces de no ser porque (según las crónicas) los encargados de promover el filme entre los miembros de la Academia se reventaron el presupuesto destinado para dicho propósito en Las Vegas.

Pero de aquella colaboración entre La Parca y el primer actor nació, según se ve, una bella amistad, pues ésta le otorgó al histrión mucho más tiempo del que le da a la mayoría de los mortales. Y no fueron sólo años para acumular postrado, sino años de calidad para continuar activo sobre la duela escénica o frente a una cámara. “Palancas” de esas, influencias de ese nivel, sí conviene tener.

Muy al contrario de la opinión generalizada o de la mayoría de los comentarios, no creo que la partida de López Tarso represente una pérdida para nuestros activos artísticos y culturales, salvo por los trabajos que ya no podrá realizar, pero el hombre era prácticamente centenario, ¿cuántos años más de contribución al arte y al entretenimiento nos habrían bastado para dejarlo ir sin pesar?

Don Ignacio sólo pasa de ser un tesoro nacional viviente a tesoro nacional a secas. Sus mejores filmes seguirán siendo interesantes durante generaciones y quienes lo llegamos a disfrutar en una función teatral, conservaremos ese recuerdo como algo preciado hasta el día en que la Muerte venga a reclamarnos también su mitad de guajolote.

Conocí al maestro López Tarso (casi) en dos ocasiones. Lo que quiero decir es que dos veces estuve cerca de poderlo conocer, tal vez saludar, felicitar y agradecer. Pero no fue posible.

La primera vez cuando fuimos a ver su versión para lectura de atril precisamente de “Macario”, función tras la cual esperábamos correr con algo de suerte. Hasta llevaba mi copia del texto de Bruno Traven para que, en una de esas, le estampara su autógrafo. Pero el maestro estaba cansado y ni modo... no siempre se puede. Al menos pudimos ver a “Macario” interpretado por el mismísimo Macario y eso no hay dinero que lo pague.

Vino luego a Saltillo la puesta del no menos clásico “12 Hombres en Pugna” que, como recordará o supondrá, era un súper elenco encabezado por el decano actor.

Luego de su actuación a teatro lleno, tuvimos una fiesta que se prolongó literalmente hasta el amanecer en la deliciosa compañía de Patricio Castillo, nuestro muy querido Rodrigo Murray, el mayor cábula de todos ellos, un divertidísimo David Ostrosky y casi todo el elenco excepto... claro, excepto el maestro que a su edad se cuidaba bien y se retiraba temprano a descansar. Otra vez, ni modo, pero lo vivido, quién nos lo puede arrebatar, quién sino la Flaca Ojerosa.

Y esas fueron las dos ocasiones en que (casi) conocí a don Ignacio López Tarso a quien vigilaremos que la Academia dé su merecido lugar en la siguiente noche de premiación durante el segmento In Memoriam. ¡Eso júrelo!

Cada vez que un artista de la edad y la estatura del “Hombre de Papel” deja este mundo, es una ocasión perfecta no para plañir ni lamentar que, como ya he dicho antes, ese es privilegio de su familia y gente amada, sino para hacer lo que nos corresponde como público, que es revisitar sus trabajos sin ningún orden ni jerarquía especial, aquellos que más disfrutemos o que constituyan nuestra conexión con el actor son los indicados.

Tiene don Ignacio un puñado de películas que continúan vigentes, incluso algunos seriales de televisión contemporáneos. ¿O, por qué no, poner alguno de sus discos de corridos revolucionarios disfrutando de un trago de tequila? (Si no tiene discos, ya sabe que están disponibles en YouTube y otras plataformas). Usted sabrá cuáles trabajos le resultan más memorables y entrañables, pero véalo y escúchelo, incúlquelo en sus hijos, que es la única manera en que podemos pagarle a nuestros héroes de la cultura.

Quién fuera López Tarso para irse a los 98 en activo y un día simplemente ser sorprendido por una vieja cara conocida que nos invita a ir con ella, porque “es el momento del reposo y del juicio”.

Se apagó su velita, se consumió completa porque así estaba dispuesto, pero la flama de su talento encendió muchas otras que hoy siguen brillando y por lo tanto la suya continuará ardiendo mucho, mucho después de su partida.

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