Los charlatanes del Internet para Todos; una promesa incumplida
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Como pocas veces, el Presidente coincidió con un servidor.
Al arranque del Gobierno, el presidente López Obrador prometió que para el 2020 habría Internet para Todos, conectividad en todos los rincones del país. Ya vamos a la mitad del 2023, y no estamos ni cerca. La meta se sigue posponiendo.
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Se ve que el Presidente ha perdido la paciencia con este asunto. “Los que se dedican a esto a veces exageran, hay mucha charlatanería”, dijo en la mañanera del 15 de junio. “Me decían los técnicos que no había problema, que estaba fácil, que era papita. Pues no. Ha estado –como dicen– cañón. No hemos podido”, admitió el 10 de junio.
En esta columna he abordado muchas veces el tema de Internet para Todos. Qué bueno que el Presidente finalmente coincide: es una charlatanería.
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Ese mismo 10 de junio el Presidente señaló como responsable de este fracaso al funcionario que en estas Historias de Reportero he señalado varias veces: Emiliano “El bicho” Calderón, del entorno de Andy López Beltrán, el hijo del presidente AMLO, y parte del grupo de Gabriel García y Alejandro Peña, cuyo mentor era Raymundo Artís, quien falleció en la administración pública.
Internet para Todos ya costó 10 mil millones de pesos: 7 mil el sexenio pasado y 3 mil en este, incluyendo un rescate a la empresa Altán Redes, a la que le dieron el negocio. Pero las metas adelgazaron: de instalar internet en 300 mil comunidades del país, ya sólo hablan de ponerlo en las cabeceras municipales.
SACIAMORBOS
1. Para todos los que dicen que los hijos del Presidente no tienen nada que ver en el gobierno, el nuevo secretario del Trabajo es íntimo de Andy, a quien le acababan de ofrecer una Secretaría.
2. López Obrador ya prácticamente no viaja en aviones comerciales ni va a aeropuertos. Ya no se expone a que le reclamen, a que la griten. Ha decidido usar aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana a manera de aviones presidenciales para que lo transporten en sus giras. Son jets de lujo, extraordinariamente cómodos, con asientos de piel, en los que pueden viajar 8, 12, 15 personas. Lo documentó Jorge Cisneros en Latinus.
Qué bueno que el Presidente ya entendió que no es ciudadano común y que su salud, su integridad personal y hasta su conectividad son temas de seguridad nacional. Qué bueno que recapacitó. Es evidente que necesita un avión exclusivo, y es de celebrar que no sea un avión como de sultán.
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Este es otro ejemplo más de las cosas que el Presidente presumía para ganar popularidad y que se quedaron en puro discurso. Como el Tsuru blanco que sólo se usa para videos de Twitter porque cuando el Presidente sale de viaje, se mueve en camionetas Suburban blindadas, de esas que bautizó como “machuchonas”. Como eso de que él no tenía privilegios, y escondió que le instalaron una unidad de terapia intensiva en Palacio Nacional y tuvo acceso al codiciado medicamento Remdesivir que su Gobierno lo tenía prohibido para el resto de los mexicanos en el peor momento de la pandemia.
No cuestiono sus privilegios. Los tiene todo jefe de Estado. Cuestiono su hipocresía para tratar de aparentar que no los tiene.