Los sufrientes pueblos originarios, entre crisis alimentaria y de seguridad
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Sin alimentos no puede haber libertad, sin alimentos el desarrollo mental de las infancias es menos probable, la ausencia de alimentos empobrece hasta el alma
Podría compartirles sucesos interesantes que atestigüé durante la semana: una visita al Centro Eugenio Garza Sada, donde existe un mural con personas nuevoleonesas o radicadas; la visita de empresarios rusos que establecerán una empresa verde en el Área Metropolitana de Monterrey; una reunión iluminadora en Torreón con empresarios y ambientalistas para abordar el tema del Encuentro Biocultural Magda Briones 2025; la noticia por parte del Dr. José Cruz, presidente de la Comisión de Salud del Senado de la República, de que el medicamento modulador Trikafta será ofrecido sin costo para los niños enfermos de fibrosis quística, como resultado de que el senador Waldo Fernández comentó en el pleno la problemática de estos infantes, quienes merecen tener una vida menos dolorosa; o precisiones de los comentarios vertidos por Mariana Boy Tamborrell, procuradora de la Profepa, en la reunión del consejo nacional de la Canacintra, el pasado jueves: pero el tema que abordaré está vinculado con la pérdida de oportunidades que siguen padeciendo los pueblos originarios de México.
Sin alimentos no puede haber libertad, sin alimentos el desarrollo mental de las infancias es menos probable, la ausencia de alimentos empobrece hasta el alma. En un gesto humanitario la presidenta municipal de Tepezalá, Aguascalientes, tenía programada una visita a Ciénega de Norogachi, en el municipio de Guachochi, Chihuahua, el próximo 14 de diciembre. Tepezalá y Guachochi son pueblos hermanos. Leticia Olivares había contemplado la entrega de una buena cantidad de víveres, promesa que cumpliría a doña María Luisa Bustillos Gardea, gobernadora tradicional de Ciénega de Norogachi.
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Esto no podrá ocurrir porque la delincuencia tiene secuestrado a Guachochi. En estos días los comercios en el municipio pararon actividades ante la violencia que se vive.
Pepe Yáñez, ingeniero de profesión y hombre a todas luces decente, por segunda vez está al frente del municipio y debe estar pasando por una situación muy difícil porque gobierna un paraíso infestado por la delincuencia.
Refiere la gobernadora rarámuri, María Luisa Bustillos, que: “Los pueblos originarios estamos en medio de toda la violencia; si en verdad el gobierno quisiera parar todo esto, lo podría hacer, para eso está la Guardia Nacional, el ejército, para garantizar la seguridad en todos los estados de México. ¿Qué puede hacer un sólo presidente municipal ante este monstruo que viene creciendo en todo el país? Claro que es algo muy delicado para nosotros, los pueblos originarios que, sin deberla, tenemos que sufrir las consecuencias”.
Quisiera recalcar que la población rarámuri que habita en la Sierra Tarahumara, 2 mil comunidades sólo en el municipio de Guachochi, sufren hambre. La escasez de agua no permitió buenos resultados en el cultivo del maíz, que es su principal fuente de alimentos. No son flojos, se puede ver que pese a todo lucen limpias las vestimentas polícromas de las mujeres. La donación de alimentos por parte de la presidenta de Tepezalá les hubiera hecho su kórima (solicitud de apoyo sin nada a cambio).
Doña María Luisa, a pesar de todo, declara a los integrantes del chat grupal de Pueblos Extraordinarios: “Buen día a todos los compañeros huelladores de nuestros ancestros en cada rincón de nuestro país, tenemos una gran herencia que nos han dejado y tenemos la tarea de preservarla y difundir en cada joven y niño, en estos tiempos tan difíciles, todas las situaciones que vivimos en cada uno de los municipios. Sigamos fuertes, que nada ni nadie nos siga debilitando como pueblos originarios que somos y seremos siempre”. Esa es la voz de una guerrera de carne y hueso.