Males neurológicos: una de las secuelas que nos dejó la Covid-19

Opinión
/ 8 febrero 2023
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Los males neurológicos son más comunes de lo que se puede creer y la pandemia del Coronavirus provocará una auténtica ‘epidemia’ de estos problemas

Cada vez resulta más frecuente conocer casos de personas que refieren presentar problemas para recordar hechos recientes, dificultad para encontrar una palabra u olvidar de forma recurrente cosas. Un elemento común a dichos casos es el haber padecido la Covid-19.

No constituye novedad el escuchar que la enfermedad provocada por el Coronavirus SARS-CoV-2 , particularmente el conocido como “Covid largo”, provocó daño neurológico en algunas personas. La novedad es el surgimiento de voces alertando que podría ser mucho más frecuente de lo imaginado.

La Fundación Alzheimer Coahuila, encabezada por Jesús Ruiz García, ha advertido que una de las secuelas de la pandemia, que estaremos observando en lo que resta de la presente década, es un incremento en los casos de demencia y Alzheimer.

De acuerdo con lo expuesto por el dirigente de la organización, la incidencia de estos males registrará un gran crecimiento hacia el año 2030, pero hoy ya puede observarse un aumento relevante en los casos de “deterioro cognitivo leve” entre las personas adultas mayores.

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Contrario a lo que podría pensarse, el deterioro de las funciones neurológicas no es un efecto inevitable de la vejez. De acuerdo con Ruiz García, es posible “ser una persona mayor, de muchos años, pero (a la cual) la mente le funciona perfectamente bien”.

Sin embargo, llegar a una edad avanzada sin padecer problemas neurológicos no es obra de la casualidad, sino de tomar en cuenta recomendaciones precisas que constituyen una suerte de “tratamiento preventivo”: hacer ejercicio, disminuir el consumo de carne asada, grasas y azúcares, así como abandonar el hábito de fumar y el consumo de alcohol.

Padecer diabetes, hipertensión crónica u obesidad son factores que incrementan la posibilidad de sufrir problemas cerebro-vasculares, a partir de los cuales se desarrollan síntomas como el del deterioro cognitivo leve que puede, posteriormente, derivar en demencia o Alzheimer.

Los datos en los cuales la Fundación hace énfasis resultan alarmantes, pues de acuerdo con sus observaciones, la incidencia de casos en los cuales se ha diagnosticado deterioro cognitivo leve ha pasado del 40 al 60 por ciento de las personas de edad avanzada.

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El tema debe preocuparnos -y ocuparnos- a todos por partida doble. Y es que, por un lado, todos pretendemos llegar a la edad avanzada y, por el otro, el deterioro de la calidad de vida de una persona que sufre problemas neurológicos se traduce, en automático, en deterioro de la calidad de vida de todos quienes les rodean.

Las autoridades sanitarias tendrían que reaccionar frente a las voces de alerta que advierten sobre esta suerte de “pandemia residual” que nos ha dejado el Coronavirus y desplegar esfuerzos para que las personas adopten los hábitos que les permitan disminuir el riesgo de incorporar a la estadística lamentable de quienes son privados del disfrute del último tramo de la vida.

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