Cientos de miles de personas se manifestaron ayer en diferentes ciudades del país −entre ellas Saltillo− en defensa de la democracia y sus instituciones. El evento central de esta nueva “marea rosa” se registró en el Zócalo de la Ciudad de México donde el expresidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, fue el orador principal.
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El exfuncionario electoral señaló en su intervención que la manifestación de este domingo, la tercera de su tipo que se realiza en los últimos 15 meses, se realizó en defensa de tres logros democráticos que ha obtenido la ciudadanía mexicana en las últimas cuatro décadas y hoy se encuentran en riesgo:
El primero de ellos, afirmó, es la existencia de “las reglas y las condiciones que permiten votar en libertad en elecciones auténticas y equitativas”, las cuales equivalen a haber construido una escalera “cada vez más sólida” para que quien obtuviera los votos subiera al primer piso, pero hoy, “quien llegó ahí pretende destruir esa escalera para que nadie más pueda transitarla”, en clara alusión al presidente Andrés Manuel López Obrador.
El segundo, dijo, son las instituciones de la democracia, entre las cuales ubicó de forma central al Instituto Nacional Electoral. Dichas instituciones, afirmó, pretenden hoy ser desaparecidas, subordinadas o capturarlas por el oficialismo para ponerlas al servicio de una visión única de país.
Finalmente Córdova mencionó a la Constitución como logro democrático amenazado y dijo que las reformas impulsadas por el actual gobierno buscan “la concentración y la perpetuación del poder”, por lo que “estamos frente a un proyecto de reinstauración autoritaria”.
Habrá quien discrepe de lo dicho por Lorenzo Córdova en la Plaza de la Constitución, pero la multitud que ayer se dio cita allí, y marchó en múltiples ciudades del país, tiene una preocupación real, además del inalienable derecho de manifestar su postura.
El tamaño de la manifestación, por lo demás, evidencia la forma en que el país se encuentra polarizado a unos cuantos días de que comience la campaña electoral mediante la cual elegiremos a quien ocupará la Silla del Águila a partir del primer día de octubre próximo.
Es reconfortante en este sentido observar que estas manifestaciones se realizan en completa calma y sin que la polarización política se desborde. Se trata de un rasgo de civilidad que es imprescindible mantener durante lo que resta del actual proceso electoral pues, con independencia de quién gane las elecciones, lo deseable es que la transición del poder se realice de manera pacífica.
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Más allá de la simpatía o antipatía que despierta un evento como el de ayer, es necesario decir que la democracia es una planta frágil que requiere ser siempre protegida y, en este sentido, el pronunciamiento de los ciudadanos, los depositarios originales de la soberanía nacional, hacen bien en activarse y actuar en el escenario público.
La siguiente estación de esa lucha es el día 2 de junio. Habrá que disponernos a cumplir con esa cita sin regateos ni titubeos.