Medicina y medicinas para todos; promesas incumplidas

Opinión
/ 6 agosto 2023

He comentado en más de una ocasión acerca de la pobreza y sus consecuencias sobre longevidad y salud. He sugerido, sin éxito, que la pobreza per se debería considerarse una enfermedad. Las razones son obvias y se repiten por doquier: en las naciones con menos recursos la esperanza de vida es menor en comunidades depauperadas como sucede en el sur de México; en las poblaciones indígenas la mortandad en infantes por enfermedades curables como infecciones pulmonares o gastrointestinales es mucho mayor que en comunidades ricas de nuestro país o del mundo entero. Los pobres por ser pobres −pleonasmo necesario− tienen menos posibilidades de atenderse, de recibir tratamiento médico y hospitalario de calidad y de contar con fármacos suficientes. La mitad o más de la población mexicana es pobre.

Imposible soslayar las promesas iniciales de López Obrador. El 1 de diciembre de 2018, durante su discurso de toma de protesta, avalado por su equipo de salud aseguró que los mexicanos tendrían atención médica y medicamentos gratuitos, empezando por las zonas más pobres del país. “Se hará realidad el derecho a la salud... Poco a poco se irá ampliando el programa hasta que logremos, a mediados del sexenio, establecer un sistema de salud de primera, como en Canadá o en los países nórdicos”.

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Las promesas no se han cumplido; la mitad del sexenio quedó atrás y su final ya se asoma. Otros factores negativos han puesto, aún más, en entredicho la voz de AMLO y del equipo de salud, así como de los ministros vinculados con temas ingentes: enfermedad, pobreza, escasez de medicamentos, hospitales gubernamentales e institutos de salud con carencia de fármacos y equipos biotecnológicos insuficientes. A los sinsabores previos agrego la fundación el 1 de enero del 2020 del Instituto de Salud para el Bienestar y la disolución del Seguro Popular, del cual AMLO aseveró “ni es seguro ni es popular”.

El 11 de mayo de 2023, tres años y tres meses después de su fundación, los diputados de Morena decretaron la defunción del Insabi. Falta de planeación y estrategia, desconocimiento de la agenda y los problemas de salud de los dirigentes del instituto fueron los principales argumentos. Enfada no saber por qué la cúspide morenista no se percató de la falta de pericia de los dirigentes antes de encumbrarlos.

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La desaparición de una de las joyas del sexenio es, amén del fracaso, nauseabunda: dejó como herencia más de 17 mil millones de pesos de deudas. Los logros del Seguro Popular, basta ver los números, superan con creces las cojeras del Insabi.

Laura Flamand, investigadora del Colegio de México especializada en desigualdad y salud, aseguró, al reflexionar sobre el Insabi (El País, mayo 1, 2023), “...no ha habido un diagnóstico ni un plan a la altura del reto de incorporar al sistema a más de 60 mil personas... el desabasto de medicamentos ha golpeado a todos los espectros de pacientes, desde los oncológicos a los psiquiátricos”, a lo cual yo agrego la falta de fármacos “sencillos” en las dependencias del gobierno.

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Termino sin finalizar. Sin duda habrá más noticias desagradables. Días atrás, cerca del ocaso del gobierno morenista, AMLO lanzó una nueva propuesta para disminuir la falta de medicamentos. El Gobierno creará una “superfarmacia” con todas las medicinas del mundo (¿qué significa “todas las medicinas del mundo”?) en cantidades razonables para darle una salida definitiva al desabasto. Es una pena no haber hecho la farmaciota cuando prometió que la medicina mexicana sería similar a la de los países nórdicos. Es una pena no haberla fundado cuando los padres de niños con cáncer marcharon para reclamar la falta de quimioterapia.

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