México, pon tus barbas a remojar...
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Alexander Solzhenitsin, Premio Nobel de Literatura en 1970, fue un crítico acérrimo del régimen comunista de su país, Rusia. En su novela Archipiélago Gulag, abrió una ventana hacia el horror vivido durante los años del estalinismo, narrando la barbarie en los campos de trabajo creados por el dictador. Él estuvo preso ahí de 1945 a 1956. Le llovió lumbre cuando se publicó, lo acusaron de fascista, de traidor al socialismo, etc. Simplemente denunció una de las grandes catástrofes políticas y humanitarias del siglo XX. Me vino este episodio a la cabeza a propósito de las dictaduras. Hay una teoría que dice que hay dictaduras buenas y malas ¿será? Lo que sí me queda claro es que hay quienes no tienen empacho alguno en defender la dictadura, verbi gratia, la cubana o la chavista ¿o le decimos ya, “madurista”? ¿Por qué defender lo indefendible? Se trata de gobiernos que violan de manera flagrante los derechos humanos, la división de poderes, las elecciones libres y realmente competidas, que se eternizan en el poder, y se aferran al mismo valiéndose de lo que sea, pero de lo que sea. Y hay dictaduras de derecha y de izquierda. En ambas se imponen visiones radicales. ¿Y cuándo ha sido sana la radicalidad? Ahí están los hechos, gritando una realidad vergonzante.
El pasado 28 de julio, hubo elecciones en Venezuela, el candidato sempiterno del chavismo, heredero de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, que desde 2013 se encaramó al puesto, tras la muerte de su padre putativo y dictador también, y no lo quiere soltar. La oposición, en la persona de Edmundo González Urrutia, se presentó por el mismo cargo. Edmundo González obtuvo, con el 85% de las actas que aseguran tener, un total de 6.275.182 votos, mientras que Nicolás Maduro apenas alcanzó el apoyo de 2.759.256 ciudadanos. El órgano electoral venezolano, hasta ahora que esto escribo, se niega a publicar las actas de la jornada electoral. Las dictaduras siempre serán deleznables ¿Por qué? porque se pasan por debajo de las extremidades inferiores la dignidad de las personas, porque convierten a la gente en paleros, en aplaudidores, en sumisos incondicionales y les sorben de tal manera los sentidos, que hasta les agradecen ese trato ignominioso, incluso los conciben como sus benefactores. Los venezolanos LIBRES ya se hartaron y tienen desde 2015 saliendo a la calle, si usted quiere en grupos pequeños, a inconformarse, a decir YA BASTA. Y se necesitan muchos...ya sabe usted que, para hacerlo. Porque la represión está al orden del día. Y ahí no se andan con chiquitas. En 1998 inició su pesadilla, fecha en la que Hugo Rafael Chávez Frías ganó las elecciones y arribó a la presidencia de la República. El oriundo de Sabaneta decidió que el cargo era para siempre. La muerte le puso un hasta aquí a su hambre de poder, pero dejó a su protegido y he aquí que tampoco se quiere ir. Subrayo PROTEGIDO. ¿Le suena familiar?
¿Cómo van a ser sanas las dictaduras? Son agua estancada, y el agua en esas condiciones se pudre, se llena de alimañas, deja de ser fuente de vida y se convierte en veneno. ¿Nomás porque sí 7 millones de venezolanos han dejado su tierra, sus raíces, su querencia? Debe doler hasta el alma abandonar el lugar al que te unen tantas emociones, tantas vivencias, donde quedó tu ombligo. Venezuela hace décadas que dejó de ser la tierra de la abundancia, la “Venezuela saudita” como la llamaron alguna vez. La azotaron la corrupción generada y solapada por gobiernos, como el de Carlos Andrés Pérez y otros tantos, Chávez se vendió electoralmente como el que iba a limpiar a Venezuela de todos esos males. Su personalidad carismática y su discurso convencieron a sus paisanos y le entregaron su confianza. Pero al final del día cayó en lo mismo. Los dictadores, discúlpeme la analogía, pero es lo que retrata su atrocidad, son como padres que abusan sexualmente de sus hijos, y no vale que esa perversión se quiera atenuar apuntando que se ocupan de pagarles las mejores escuelas del planeta, en las que reciben educación de la mejor calidad. No existe atenuante para semejante crimen. La repulsa y el castigo es lo que se merecen y punto, igual un dictador.Los ministros de Relaciones Exteriores de los Estados del G7, formado por Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia, Japón e Italia, este último con la presidencia de turno del grupo, apelaron este miércoles a que el resultado de las recientes elecciones de Venezuela “refleje la voluntad del pueblo venezolano”, y llamaron a las autoridades del país “a publicar los resultados electorales detallados con total transparencia.” La ONU, y la Unión Europa, también han expresado su solidaridad. En el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) no prosperó, por un solo voto que les faltó, la resolución de que se “publicaran inmediatamente los resultados de las presidenciales a nivel de cada centro de votación” así como “una verificación integral de los resultados en presencia de observadores internacionales para garantizar la transparencia, credibilidad y legitimidad” de los comicios. Son 34 integrantes. Hubo 17 votos a favor, 11 abstenciones, 0 en contra y 5 ausentes, entre estos últimos, México. El jueves López Obrador expresó que la OEA tiene una actitud “intervencionista” e “injerencista” en Venezuela. No hay sorpresa alguna.
Maduro ya acusó al Sr. Edmundo González Urrutia y a María Corina Machado, de todo: “Ellos son el daño de Venezuela, no están capacitados para tener el poder político, gobernar este país, y nunca, nunca jamás llegarán al poder político. Se los aseguro y sé lo que digo, jamás llegarán estos criminales”. A María Corina Machado mi reconocimiento y mi respeto. Se necesitan convicciones y valores bien cimentados y un amor inconmensurable por la patria para irse contra el statu quo, sabiendo de antemano que hasta la vida puede perderse. Al valiente pueblo venezolano que está asqueado de esa dictadura le digo con todo mi corazón que van ganar esta batalla. México, compatriotas, la democracia se construye con PARTICIPACIÓN. La dictadura, con pasividad e indiferencia.