México, reflejo del puente de Cuernavaca
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Hace unos días, la caída de un puente colgante peatonal en Cuernavaca se hizo noticia nacional. En el “accidente” hubo más de 20 lesionados, incluyendo al alcalde de esa ciudad, la directora del DIF municipal (esposa del alcalde), cinco regidores, una síndica, el secretario del ayuntamiento, el secretario particular del alcalde, el secretario de desarrollo sustentable, el secretario de desarrollo económico y turismo. Aparente y afortunadamente, todos los heridos se encuentran fuera de peligro, aunque algunos tuvieron lesiones de consideración y siguen hospitalizados al momento de escribir estas líneas. El video del incidente muestra a más de 25 personas caminando junto al alcalde sobre ese tramo del paseo ribereño recreativo de las barrancas de Cuernavaca, cuando en esa sección se desploma el piso del puente de unos 15 o 20 metros de largo (sí, no es una maravilla de la arquitectura moderna, es un puente de pocos metros) que se suspende a una altura de no más de 3 metros del piso, donde había piedras y algo de agua que parecía lo más peligroso del evento, ya que no se veía muy cristalina que digamos.
Vi en redes sociales múltiples comentarios sobre la caída del puente de Cuernavaca, generalmente ajenos a la sustancia de lo que implica el accidente y sus causas, y más bien enfocados al meme, la burla, la grilla barata, la distracción, la clásica caja china. Saltaron algunos a culpar a la 4T o al Presidente cuando esto es una obra en un municipio gobernado por un alcalde del PAN. Incluso hubo quien (el mismo alcalde) sugería que el responsable de que el puente se cayera no eran las leyes de la física y la chambonería, sino un señor vestido de negro que brincaba en uno de los extremos del puente; de ese tamaño es el respeto que tiene el político promedio mexicano por la inteligencia de la población, que el alcalde José Luis Urióstegui se atreve a decirnos sin parpadear que un puente peatonal bien hecho sufre el riesgo de caerse si a una persona se le ocurre brincar. Entiendo que el mismo alcalde, después trató de rectificar y dijo que esperaría un dictamen técnico sobre la caída del puente.
Seamos sinceros, esto que pasó en Cuernavaca no es una excepción ni una sorpresa. A lo largo y ancho de nuestro maravilloso País hemos tenido por décadas obras públicas, en todos los niveles de gobierno y de todos los colores de partidos y afiliaciones políticas, que están mal hechas, con sobrecosto, inauguradas y reinauguradas para el relumbrón y la promoción personal del político en turno y donde la seguridad de los usuarios no siempre es una prioridad. Desde un señalamiento inexistente o un carril mal pintado, a un bache que parece cráter lunar, a una curva mal trazada en una carretera, pernos o soldaduras defectuosas en la Línea 12 del Metro o una torre de control con controladores aéreos insuficientes y cansados. Así es el México de hoy, pero ese también es el México de los últimos 40 años. En el caso del puente colgante de Cuernavaca se ven en acción muchos de los elementos que explican por qué estamos como estamos.
El alcalde (panista) le echa la culpa a la administración anterior, al señor de negro, a quien sea menos a quien tiene en el espejo. Surgen pruebas de que Protección Civil alertó del riesgo y resulta que la encargada de esa área fue cesada después del accidente. Si usted busca en internet las instrucciones para construir un puente peatonal colgante, tendrá en 2 segundos videos, tutoriales y libros que explican paso a paso cómo debe construirse un puente de este tipo. Hay por ahí un video de un puente de un largo similar al del accidente que una persona construyó en 40 horas a un costo de 500 dólares. Pero no, es común darse cuenta de que los contratistas a veces no están calificados o son empresas fantasmas (no sé si es el caso del puente de Cuernavaca) y las obras son diseñadas y ejecutadas con base en factores de promoción política del funcionario responsable o de formas en que el presupuesto se gaste de manera “eficiente” para que quede donde “debe” quedar.
Por otro lado, vemos que, para este recorrido de promoción o reinauguración, había docenas de funcionarios y empleados del municipio. Estamos saturados de burocracia, no hay presupuesto ni puente que alcance para pagar el “negocio” de la política. En México tenemos casi 2 mil 500 municipios de todos tamaños y perfiles y en todos hay exceso de burocracia e ineficiencia. Morelos tiene 33 alcaldes para cubrir un territorio de 5 mil kilómetros cuadrados. Coahuila, por ejemplo, tiene 38 alcaldes para cubrir un territorio de 151 mil kilómetros cuadrados. Urge cortar grasa para poder comprar tornillos y cables que aguanten al señor de negro si se le antoja brincar en el puente. No nos sorprenda que el alcalde se tome una foto con el constructor del puente y que este se comprometa a pagar los gastos médicos de los heridos y reparar el puente (al estilo AMLO y Slim) y ya, nada más va a pasar... hasta que pase de nuevo.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com