Incertidumbre: no es buena para la economía de la Región Sureste
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La volatilidad que ha inyectado a la realidad la errática política de Donald Trump ya comienza a generar efectos negativos en regiones como la Sureste, vinculadas al comercio exterior
El filósofo y escritor de origen francés, Voltaire, solía decir que “la incertidumbre es una posición incómoda, pero la certeza es una posición absurda”. Con ello quería invitarnos, como lo hacen múltiples pensadores contemporáneos, a no tenerle aversión a la ausencia de certezas, pues estas en realidad son muy escasas.
Pero aun cuando la posición a la cual nos invitan los filósofos pueda ser absolutamente racional, lo cierto es que en el mundo real, en el que nos toca jugar un papel protagónico todos los días, la incertidumbre es una condición que no gusta, una posición que casi nadie escoge.
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Y lo anterior es particularmente cierto en el ámbito de los negocios, un espacio en el cual, debido a que los procesos de generación de riqueza no son instantáneos, sino que se desarrollan en ciclos más o menos prolongados, quienes deben correr riesgos al invertir sus recursos siempre buscarán contar con las mayores certezas posibles antes de tomar decisiones.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, de acuerdo con el cual la economía de la Región Sureste de Coahuila se encuentra en una suerte de “bache” debido, sobre todo, a la incertidumbre que en el ambiente flota a causa de la volátil forma en la cual el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, toma decisiones.
Como se ha informado con profusión, el “estilo personal de gobernar” del mandatario estadounidense −para ponerlo en las palabras del inmortal Daniel Cosío Villegas− provoca nerviosismo entre quienes, particularmente en las grandes empresas globales, deben tomar decisiones respecto de las inversiones que tienen proyectadas a futuro.
Lo anterior es entendible, desde luego, pues no es lo mismo hacer proyecciones en un entorno de libre comercio, en el cual los aranceles no juegan un papel a la hora de calcular los costos de producción y operación de una empresa, que hacerlo en un escenario en el cual los productos manufacturados pueden ser objeto de tasas caprichosas de impuestos a la hora de traspasar las fronteras internacionales.
En una economía como la de nuestra Región, fuertemente vinculada a la industria de exportación, el freno en la llegada y/o expansión de inversiones, así como la incertidumbre respecto de si las que ya se encuentran aquí podrían retirarse −parcial o totalmente−, genera un efecto dominó que termina arrastrando a todas las cadenas de valor existentes.
¿Debemos aprender a tomar decisiones en condiciones de mayor incertidumbre o simplemente esperar a que la volatilidad actual se asiente para regresar a un estadio de mayores certezas y, entonces sí, retomar la marcha con la seguridad de avanzar por la ruta correcta?
La segunda opción parece, desde el punto de vista clásico, la más sensata. Pero, como ya lo advertía Voltaire, el panorama del futuro inmediato, es decir, el de los próximos tres años y medio, no parece contener el germen de la estabilidad. Así que haremos bien en realizar nuestro mejor esfuerzo por experimentar en la otra vía.