México y las ‘otras’ leyes
“Se está muriendo mucha gente que no se había muerto antes”. “Todo lo que sube tiene que bajar, a menos que se quede arriba”. “Si caminas despacito, llegarás más tardecito”. “Cuando el gallo canta de madrugada, pue’ que llueva mucho, que llueva poco o que no llueva nada”. “Las vacaciones son como las brujas... se pasan volando”. “Estás más delgada que cuando estabas más gorda”. “Cría cuervos y tendrás muchos”. “Todos preocupados por cómo será el fin del mundo, cuando ni siquiera saben qué pasó en el principio”. “Donde comen dos, comen tres y hasta cuatro; pero no llenan”. “En política si las cosas no cambian es que siguen igual”.
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Después de las muy atinadas frases, casi leyes obvias de la vida, que promulgó el filósofo de Güémez (como las antes citadas), hay otras cinco leyes famosas (aunque a veces olvidadas) que conviene conocer y, tal vez, entender cómo pueden aplicar a México. Tal vez sea buen material para reflexionar sobre cómo puede México, y su nuevo gobierno, enfrentar los retos que se nos vienen encima.
Ley de Murphy. Dividida en tres leyes: a) Cualquier cosa que pueda salir mal, saldrá mal; b) Las cosas toman más tiempo del que crees tomarán; c) Nada es tan fácil como crees. Y que cuando hay la posibilidad de que más de una cosa salga mal, saldrá mal la que causa más daño. Hay distintas versiones sobre su origen, autor y el contexto en el que se aplicó o acuñó al inicio, pero a mí me gusta pensar que quien promulgó esta ley estaba pensando en formas de reducir las fallas y los errores; de diseñar procesos a prueba de error, de manera que no se dejara la posibilidad de que alguien se equivocara. Esto es muy usado en la manufactura, donde se le conoce como “poka-yoke”, término japonés para describir algo que es hecho a prueba de error.
México tiene una gran vocación manufacturera, con ingenieros de muy alto nivel que aplican esta idea de reducir errores, simplificar y acelerar procesos todos los días. Sin embargo, esto no parece verse en la forma en que se administran ciudades, estados y la federación. Por ejemplo, hoy se discute el tema de la sobrerrepresentación en el Congreso porque no se legisló a prueba de error; en la ley escrita se habló sobre partidos, pero no sobre coaliciones. Esto es un error prevenible.
Ley de Kidlin. Es una teoría para la resolución de problemas que nos dice que “si escribes claramente el problema, entonces habrás resuelto la mitad del problema”. Para eso es necesario reconocer primero que existe un problema que necesita solución. Tristemente, en México, una vez que llegan al poder, nuestros políticos se olvidan de los problemas que claramente veían cuando eran oposición. No sólo eso, se inventan realidades alternativas (y otros datos) que impiden siquiera empezar a definir el problema. Por ejemplo: se inventan la idea de que el crecimiento económico al 2 por ciento es suficiente o digno de presumirse, o que es bueno tener un peso sobrevaluado. Se ignoran los problemas y cuando se reconocen no se definen correctamente; imposible solucionarlos sin atender la causa raíz. Esto pasa en todos los niveles de gobierno y en los tres poderes.
Ley de Gilbert. Cuando estás a cargo de una tarea, es tu responsabilidad encontrar la mejor forma de conseguir el resultado deseado. Esta es clásica en un país donde su máxima autoridad siempre señala a otros como los responsables de causar problemas, pero batalla mucho para dar un paso al frente y hacerse responsable por la tarea que se le encomendó y para la que hizo campaña. Hay que señalar que “los otros datos” no ayudan a tener claro cuando se logran resultados realmente favorables. La burocracia en general atenta a diario contra esta ley.
Ley de Wilson. Es fundamental darle prioridad al conocimiento y el desarrollo de la inteligencia para en el largo plazo obtener riqueza y resultados positivos. Se genera un círculo virtuoso. Aplica a lo largo y ancho del país y de las políticas públicas en sus distintos niveles, sobre todo considerando que por décadas hemos estado atorados en lo poquito, lo limitado, en el poner a amigos y compadres en puestos clave sin importar su preparación, inteligencia o capacidad. Recientemente la (muy mala) idea del 90 por ciento honestidad y 10 por ciento capacidad vino a confirmar en una frase lo que ya sabíamos venía ocurriendo. No se puede sacar al país del atorón económico de cuatro décadas si no está liderado por quienes son inteligentes y le dan prioridad al conocimiento. Claro, deben ser honestos también.
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Ley de Falkland. Nos dice que hay que enfocarse y pensar en las cosas que son prioritarias y absolutamente necesarias. Si no tienes que tomar una decisión hoy, no tomes la decisión. Hay que enfocarse en lo realmente importante y que en ocasiones no tomar una decisión es lo mejor que se puede hacer sobre un tema en particular. Por ejemplo, no es conveniente para México tomar partido en las campañas de Estados Unidos o mostrar preferencia solamente por un cierto tipo de gobernantes o gobiernos en otros países. Sería más sencillo y productivo simplemente evitar pronunciamientos en general, no mostrar las cartas sin tener un plan o propósito claro.