Mirador 08/05/2024
Este amigo mío con el que tomo la copa –varias– los martes por la noche tiene un extraño concepto de la felicidad: dice que no existe.
-Hay sólo momentos felices –asegura–. Y afirma que el viejo cuento llamado “La camisa del hombre feliz” debería en verdad llamarse “La camisa del hombre que a ratos era algo feliz”.
Me inquieta ese relativismo de mi amigo, pero en mi fuero interno tiendo a darle la razón. Cierto día creí ser absolutamente feliz, y un súbito dolor de cabeza me sacó de mi felicidad. ¿O fue la memoria de algún remordimiento?
Debemos disfrutar entonces los instantes felices que la vida nos ofrece. En ellos reside lo que llamamos la felicidad. Anoche, por ejemplo, me sentí dichoso, en parte por la presencia de mi amigo, en parte por las dos o tres –o cuatro o cinco o seis– copas que con él había bebido. Eso me llevó a proponer un brindis:
-Por la felicidad.
Mi amigo chocó su copa con la mía y dijo:
-Por este momento feliz.
¡Hasta mañana!...