Mirador 12/06/2024

Opinión
/ 12 junio 2024

Este amigo mío con el que tomo la copa –varias– los martes por la noche evoca una cierta plazuela en su ciudad que le trae recuerdos gratos.

-Ahí di mi primer beso –dice–. Varias veces.

Mi amigo ha viajado por el mundo. Conoce bellísimos lugares en todos los continentes. Pero sólo a aquella plazuela quisiera regresar. Se pregunta si después de los años –¡tantos años!– aún existirá, o si en su espacio se habrá construido algún edificio público o una cancha para que los muchachos jueguen al futbol.

En el fondo de la copa encuentra la respuesta a su pregunta:

-No me importa que mi placita haya desaparecido. La llevo conmigo, y sólo desaparecerá cuando desaparezca yo. Cada noche vuelvo a dar ahí mi primer beso, yo, que ya no recuerdo cuándo di el último.

No cabe duda: mi amigo es un sentimental. Se enoja cuando se le digo, porque presume de hombre práctico. Pero con dos copas encima –o tres o cuatro o cinco– no hay hombres prácticos. Hay solamente hombres sentimentales.

¡Hasta mañana!...

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