Mirador 16/01/2025
Era una rana, Terry, solamente una rana, pero tanto tú como yo nos hemos quedado suspensos ante lo desconocido, aunque no lo reconozcamos
¿Recuerdas, Terry, perro mío, la primera vez que viste una rana en el estanque?
Eras apenas un cachorro. Conocías los gatos, las gallinas y los guajolotes, pero ese raro animalejo era algo extraño para ti. No te acercaste a la rana. Ya sé que lo hacías por prudencia; no por miedo. Sobra la explicación. Espero, sin embargo, que no te hayas dado cuenta de que sonreí al ver tu cautelosa conducta frente al bicho. Lo miraste, atento, y elevaste la naricilla para oliscarlo desde donde estabas. Después volteaste hacia mí como preguntándome: “¿Qué es eso?”.
Era una rana, Terry, solamente una rana, pero tanto tú como yo nos hemos quedado suspensos ante lo desconocido, aunque no lo reconozcamos. Cuando pienso en la muerte yo también vuelvo la vista hacia mi Dios y le pregunto: “¿Qué es eso?”. Algún día me responderá en igual manera que yo te respondí: “Es la muerte, hijo. Es solamente la muerte”.
¡Hasta mañana!...