Mirador 31/05/2024
COMPARTIR
TEMAS
En la gran sala de la casa del Potrero tienen lugar ahora las tertulias que antes se hacían en la cocina. A ese cambio ha obligado el calor de infierno que, dice don Abundio, es cosa del demonio, y doña Rosa, su mujer, opina que es voluntad de Dios.
El socarrón viejo trae a la memoria algo de cuando eran novios.
-Le decía yo a Rosa: “Ande, vamos atrás de los nopales. Le prometo que no voy a hacerle nada”. Y ella me contestaba: “Si no me va a hacer nada ¿entonces pa’ qué vamos?”.
Con el relato reímos todos, menos doña Rosa. Ella se molesta, y masculla entre dientes, atufada:
-Viejo hablador.
Don Abundio hace con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...