MJS: Mapa de riesgos (2)

Cuarto riesgo: Torreón y sus 3 aristas: Primera, Román Alberto Cepeda.

Una vez en la gubernatura, Manolo realizó dos jugadas de ajedrez: Primero, aprobó la reelección de Román por no contar con una persona de su entera confianza y no tener un control estricto de la estructura territorial priista de Torreón.

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Y segundo, impuso a Eduardo Olmos, como secretario de Desarrollo Regional de la Laguna con funciones en seguridad pública, desarrollo social y obra pública, para acotar presupuestal y políticamente el temperamento y las aspiraciones futuras de Román.

Jiménez validó su reelección -con agudo retortijón de hígado, porque Cepeda fue irrespetuoso y desleal con él, cuando Manolo era responsable de Mejora y candidato a la gubernatura; porque Román siempre supuso ser el merecedor de la candidatura de Jiménez.

Lo cual, como aspiración política es válida, mientras no sea una obsesión que raye en la rebeldía o en el imaginar que gana las elecciones por sí mismo, sin respetar las reglas del juego que le permitieron llegar a donde está y traicionar a las personas que le llevaron a ese lugar.

En su frenética búsqueda por la gubernatura, Cepeda no dará su brazo a torcer, a pesar de su sufrido triunfo del pasado 2 de junio. Y buscaría de una manera u otra, competir por el PRI o Morena para la gubernatura en 2029.

Sus posibilidades son pocas, pero su obsesión es tal, que lo intentará contra aquellos que le llevan años luz por delante: en el PRI, están hoy Gabriel Elizondo, Luz Elena Morales, Javier Díaz y María Bárbara Cepeda y en Morena, Luis Fernando Salazar y Shamir Fernández.

Segunda arista: la fracturada estructura territorial priista. Los 178 mil 72 votos que permitieron la reelección de Román no fueron resultado del trabajo de una estructura territorial unificada. En esa licuadora de votos entró el voto útil panista -solicitado públicamente por el mismo Cepeda; el de su microestructura que incluye el voto de funcionarios públicos municipales y el priista de la estructura de Mario Cepeda hijo trabajada con Olmos.

Mientras esos votos entraban a la licuadora romancista, la estructura territorial de Xavier Herrera promovía el voto contra Román y a favor de Riquelme, en el sector 11.

¿Cómo explicar esta fractura, que debería remediarse en el corto plazo, por los retos que enfrenta Manolo en las elecciones de 2026, 2027 y 2029? Integrantes de la misma estructura mencionan dos causas: el tradicional divisionismo lagunero y el nivel de los operadores enviados por Jiménez de Saltillo. Los cuales, desde su incomprensión de la cultura política lagunera, revolvieron las aguas broncas torreonenses para crear profundos remolinos que dañaron el proceso electoral en Torreón.

Urge, por parte de Manolo, combinar mano derecha firme y mano izquierda suave para unificar en torno a su liderazgo -como primer priista del estado- la estructura territorial tricolor. Igual, es necesario también, un recambio de operadores políticos saltillenses, por otros que entiendan con mayor empatía e inteligencia políticas, las complejidades de la cultura política lagunera.

Tercera arista: Mujeres torreonenses de clase media alta y alta que participaron intensamente en 2023 para impulsar la candidatura de Jiménez y ahora en 2024, la candidatura de Xóchitl, terminaron decepcionadas. No sólo por la derrota de Gálvez, sino por observar que el PRI estatal nunca promovió a través de sus candidatos y menos, a nivel territorial, la candidatura de Xóchitl. Por ello, claman sentirse usadas por Manolo, cual moneda de cambio para iniciar una mejor relación presupuestal y política con Claudia.

Sí existe la intención de Jiménez, como es el caso, de impulsar un “gobierno ciudadanizado”, él tendría que atender este tema, porque las clases medias y altas son la substancia del mismo.

Quinto riesgo: Piedras Negras: La derrota tricolor en este municipio, no puede ser ocultada por el triunfo priista en 29 de 38 municipios del estado.

Piedras Negras, Monclova, Ramos Arizpe, Saltillo y Torreón, constituyen la columna vertebral de la gobernabilidad política y económica de Coahuila. Más aún, Piedras Negras, con Allende, Hidalgo y Nava, ahora también en manos morenistas, fueron parte importante del bastión que impidió la entrada del crimen organizado a nuestro estado de 2017 a 2023.

¿Qué sucedería si esos 4 municipios deciden no integrarse al Mando Único; es decir, a la coordinación entre fuerzas militares, estatales y municipales que Manolo ha fortalecido de manera importante con recursos e infraestructura, en sus primeros meses de gobierno?

¿Qué ocurrirá con los flujos de migrantes inducidos -en muchas ocasiones- por el Instituto Nacional de Migración y el crimen organizado?, ¿qué acontecerá si el Cártel del Noreste, por ejemplo, decide entrar de nuevo a Coahuila desde Tamaulipas, por esa franja fronteriza?

Sexto riesgo: las 20 reformas de AMLO: Morena y sus aliados cuentan con 365 diputados de 500 posibles, más de las dos terceras partes; por tanto, tienen mayoría calificada para modificar la Constitución este mes de septiembre.

¿Está preparado Coahuila para una reforma al Poder Judicial federal que pondría en boleta electoral la elección de los magistrados y los jueces de nuestro Poder Judicial estatal? ¿Qué sucedería, si con un gobernador priista, como Jiménez, los magistrados y jueces electos en Coahuila son mayoritariamente morenistas?, ¿existe algún plan para evitarlo? O, para definir el futuro de los organismos públicos autónomos locales cuya referencia federal desaparecería; como ocurriría con el IEC, el ICAI, la Comisión Estatal de Derechos Humanos y el Sistema Estatal Anticorrupción?

Estos seis riesgos representan una oportunidad extraordinaria para nutrir el talento, la inteligencia y la capacidad de respuesta de nuestro gobernador. Al cual, le recuerdo que no está solo: cuenta con los 767 mil coahuilenses que votamos por él, mientras esperamos sus soluciones para trascender estos riesgos y blindar Coahuila como nos lo prometió.