Mujeres furiosas ante instituciones que no les ofrecen un estado de derecho
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Tengo información de primera mano del resultado de expresiones colectivas en torno a la conmemoración del Día de la Mujer, en cuatro localidades mexicanas.
En la ciudad de Puebla, en la Ciudad de México y en la ciudad de Monterrey, las marchas organizadas fueron multitudinarias, todas superaron las cifras de marchas anteriores por este motivo; en las tres ciudades se coronaron las marchas con actos vandálicos desarrollados por pequeños grupos. En el caso de Monterrey, trece mujeres y tres hombres fueron agredidos por elementos policíacos luego de hacer pintas en el Palacio de Gobierno e intentar incendiar una puerta del edificio.
Ese mismo día en el pueblo mágico de Huauchinango, Puebla, fui testigo del desfile de la Xochiquetzalli que honra a las mujeres indígenas, y resignifica la cultura identitaria nahua, lo que compartiré más adelante.
Ese día, 8 de marzo por la tarde-noche, llegué a la ciudad de Puebla para hospedarme en un hotel del Centro Histórico, me sorprendió la cantidad de pintas sobre las fachadas de casas construidas en el Virreinato con materiales pétreos muy difíciles de restaurar. Por toda la calle Reforma de esta ciudad, que es patrimonio de la humanidad, pude observar los inmensos daños causados por algunas mujeres que participaron en la marcha provistas de pinturas, brochas y martillos. Al llegar al hotel encontré un ambiente de perturbación en sus empleados pues acababa de pasar la marcha a un costado de este, que fue llenado de pintas.
Al día siguiente comí con un grupo de ambientalistas poblanos para dialogar sobre la restauración de la cuenca alta del Río Balsas. Cuando comenté sobre los destrozos de la marcha, la mujer de mayor jerarquía de dicho grupo hizo un comentario contundente: “¡Si le hicieran algo a alguna de mis hijas o nietas sería capaz de dañar la catedral misma!”. Antes de escuchar a esta dama que ha sido legisladora federal y local; el ejercicio de la marcha y su resultado visual me pareció algo desatinado, pero escuchando la voz enardecida de la persona en cuestión tuve otra lectura de lo ocurrido. Cada vez más mujeres son violentadas y desaparecidas. Recordé la última vez que estuve en la ciudad de Colima en la que presencié la protesta de cientos de padres de familia portando fotografías de sus hijas desaparecidas.
Entendí la furia que se genera en las mujeres al saber que hay un número creciente de casos de jóvenes que son mancilladas y muertas. Debo aclarar que puedo comprender que hagan daños en edificios que pertenecen a instituciones que no les ofrecen un estado de derecho, lo que no acierto a entender es por qué se dañan las propiedades privadas; casas familiares, y pequeños o grandes negocios.
La conmemoración del Día de la Mujer es una fecha para hacer patente las inconformidades de un componente sustancial del género humano, por ello es importante.
Pero quizá existen otras maneras de manifestarse para exigir atención y respeto como la que observé en Huauchinango en un desfile que se desarrolla desde hace muchos años para potenciar a la mujer indígena y que concluye en un certamen para elegir a una joven que domine perfectamente el náhuatl y el castellano. Pero el certamen no es de belleza, más bien se elige a quien ofrezca el mejor proyecto de impacto social.
“Como parte de nuestras tradiciones y pilar de nuestros pueblos, la memoria histórica y colectiva florece, porque somos parte de una identidad, que ha resistido y que ha entendido la resiliencia”, dijo Mayrel Simón Hernández, de 16 años, representante de Cuacuila y elegida por el jurado como la reina de la Xochiquetzalli 2023.
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