Niñas vulnerables

Opinión
/ 21 abril 2024

En el noreste mexicano no existe la pobreza extrema, aunque puede haber casos extraordinarios de personas que viven en abandono, que también es una forma de pobreza, como los adultos mayores que son dejados a su suerte por sus propios familiares en zonas urbana y rural.

Bustamante, Nuevo León, podría ser visto como un laboratorio social en el que se padecen todas las problemáticas sociales de las zonas metropolitanas, dado el turismo que llega e inunda sus calles y parajes durante el año y en fechas pico. Esta población de origen tlaxcalteca ha sido a través de los siglos una tierra de migrantes y son los movimientos migratorios fuente de cambios en el tejido social y económico. Existe en este pueblo mágico el “Barrio de Matehualita”, haciendo alusión de que sus pobladores proceden de Matehuala, San Luis Potosí. Aunque debo decir que esta ciudad potosina también fue fundada por tlaxcaltecas y la sangre llama a la sangre.

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El miércoles 17 de abril visitó Bustamante Dulce Alejandre, titular de la Secretaría de Inclusión Social del Gobierno del Estado de Nuevo León, para tener una reunión con el propósito de establecer un convenio con la fundación Mundo Sustentable para crear un centro comunitario. La fundación ya tiene programas propios en el municipio, pero seguramente serán potenciados con esta alianza. La funcionaria tiene una gran sensibilidad social.

Con metodología holística se impartirán talleres y cursos para resaltar la identidad de la población y reavivar los oficios heredados por los tlaxcaltecas colonizadores que son parte de la oferta turística de Bustamante. Se trata de que la gente de la base de la pirámide sea beneficiaria de las bondades del turismo y no tengan la sensación de que esta actividad no les aporta nada a su calidad de vida.

En México hay muchas personas vulnerables, especialmente las mujeres de los pueblos originarios se encuentran en un estado de indefensión ante el machismo propio de los varones, de los usos y costumbres y del contexto social que prevalece en el país, incluyendo la discriminación. Y de las mujeres de estos pueblos, son las niñas las que están en una mayor condición de vulnerabilidad.

Hay que trabajar más allá de los programas asistenciales con relación a ofrecer a niñas de pueblos originarios no sólo un apoyo económico subsidiario, sino conocimientos que les sean útiles en la vida, también habilidades y destrezas matemáticas. Hacerles saber que pueden ser autosuficientes y que pueden decidir estudiar antes que tener embarazos tempranos y reproducirse en condiciones de vulnerabilidad.

Ayer sábado, en la comunidad de Naupan, ubicada en la Sierra Norte de Puebla, inició un esfuerzo que se pretende escalar en otros pueblos originarios. Un grupo de mujeres nahuas, lideradas por la antropóloga Alba Jocabed Florentino, ofreció el primero de doce talleres sabatinos dedicados a niñas indígenas.

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Quizá un elemento importante que habrá de considerarse dentro de un diagnóstico perceptivo es que la alimentación de calidad es algo que habrá que asegurarles. Tres alimentos diarios que contengan los suplementos necesarios para el sano crecimiento de las niñas es algo que el empresario social Alberto Garza Santos considera una condición para que la vulnerabilidad de ellas se vaya menguando.

Probablemente se podrán establecer a partir de este taller las Becas Panchita de Hoyos en honor a una mujer muzquense que siempre apoyó a mujeres que lo necesitaban, comprendiendo que en su tiempo la igualdad de género era una falacia. Esta ilustre coahuilense nunca aceptó ningún tipo de reconocimiento. Se dedicó al bien común. La conocí y acompañé a su natal Múzquiz, Coahuila. Sus cenizas se esparcieron en el río Sabinas.

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