Inflación en alimentos: ¿es imposible de contener?
Resulta urgente la acción gubernamental eficaz para hacer frente al fenómeno inflacionario que constriñe cada vez más el poder adquisitivo de las familias de menos ingresos
Uno de los fenómenos económicos más enigmáticos es el de la inflación, pese a que la definición del término es bastante simple: “aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía”. El problema es que resulta imposible comprender su funcionamiento a partir de la expresión anterior.
Lo que sí resulta sencillo es entender los efectos de la inflación, en particular la pérdida de valor del dinero. Y esto es así porque ello se traduce en un hecho que todos podemos percibir: la misma cantidad de dinero alcanza para menos conforme más tiempo pasa.
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Sin embargo, aun cuando el perjuicio que nos provoca la inflación nos quede absolutamente claro y, debido a ello, podamos asumir que se trata de un fenómeno indeseable, seguimos estando muy lejos de comprender las razones por las cuales los precios suben de forma incontrolada.
A la confusión contribuye −sobre todo en países como el nuestro− el atestiguar cómo la inflación es una de esas pocas cosas que nuestros “poderosos” gobernantes −acostumbrados a imponer su voluntad por encima de cualquier consideración− simplemente no pueden domar.
No hay decreto, pacto ni voluntarismo que valga: la inflación tiene vida propia y se comporta de forma caprichosa sin pedirle permiso a nadie. Como si fuera un fenómeno natural y no el producto de nuestra propia conducta. Un producto indeseado, sí, pero nacido de la conducta humana.
Así las cosas, en México −y en el mundo− la inflación viene causando estragos desde hace ya un buen número de meses, y ninguna estrategia instrumentada desde las oficinas gubernamentales parece capaz de regresarla a los niveles que tuvo meses atrás, cuando vivimos un periodo largo de “estabilidad”.
De acuerdo con el más reciente reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el pasado mes de mayo la inflación alcanzó su nivel más alto de los últimos seis meses, al llegar a 4.42 por ciento. El dato más preocupante en torno a la cifra es que el repunte fue empujado por un alza en el precio de los alimentos.
No es la primera ocasión que reseñamos un alza de este tipo. En varias ocasiones, a lo largo del último año, se ha dado cuenta de cómo diversos productos alimenticios se han encarecido en forma desproporcionada y ello ha empujado el índice inflacionario hacia arriba.
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El problema con ello es que las familias de menores ingresos están padeciendo un fenómeno que amenaza cada vez más su estabilidad, pues en la medida que los alimentos se encarecen se ven obligadas a destinar una proporción cada vez más grande de sus ingresos a este rubro.
¿Es posible que el Estado realice una intervención en el mercado para evitar que los efectos de la “inflación alimentaria” golpeen a quienes menos tienen? La respuesta no solamente es afirmativa, sino que, ante el sostenimiento del fenómeno, se torna urgente que se actúe para apoyar a quienes sufren más los estragos que provoca.