No es AMLO dueño de la bandera mexicana

Opinión
/ 12 marzo 2024

En un hotel de vacaciones Babalucas conoció a una bella turista. Fueron a una playa alejada de la gente y se tendieron a la orilla del mar, sobre la arena, como Burt Lancaster y Deborah Kerr en la película “From here to eternity”, 1953, con Montgomery Clift, Frank Sinatra, Donna Reed y Ernest Borgnine, dirección de Fred Zinnemann. Inmediatamente Babalucas procedió a proceder. Ella lo detuvo: “¿No vas a usar alguna protección?”. “Claro que sí” −contestó el badulaque−. Y se puso un salvavidas... Himenia, madura célibe, les confió a sus amigas: “Ya estoy cansada de esas llamadas telefónicas obscenas. Voy a dejar de hacerlas”... El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Quinta Venida (no confundir con la Iglesia de la Quinta Avenida, que permite el adulterio a sus feligreses a condición de que se arrepientan de él antes de 15 días de haberlo cometido), narró en su sermón el episodio del Antiguo Testamento relativo al diluvio. Dijo: “Tomó Noé una esposa”. En eso se le revolvieron sus notas, y leyó las relativas al arca: “Medía 300 codos de longitud, 50 de anchura y 30 de altura”. Levantó la vista y advirtió la expresión de desconcierto en los presentes. Manifestó con devoción: “Hermanas y hermanos: si no fuera porque el Señor puso en nosotros el don precioso de la fe nos sería difícil creer algunas de las cosas que dice el sagrado libro”... Loretela les habló a sus amigas acerca del matrimonio con su marido: “Nos casamos a pesar de la gran diferencia que había entre nosotros: yo estaba embarazada y él no”... En el hoyo 19 del Club Silvestre uno de los socios comentó: “Mi médico me recomendó dejar el golf”. Quiso saber uno de sus compañeros: “¿Tienes algún problema en las rodillas?”. “No –repuso el golfista, mohíno–. Me vio jugar”... Don Frustracio, el esposo de doña Frigidia, les contó a sus amigos: “En el acto del amor mi mujer actúa como un ajedrecista”. “¿Cómo?” –preguntó uno, extrañado–. Explicó don Frustracio: “De vez en cuando mueve una pieza”... Ni aun los más rendidos turiferarios de López Obrador podrán negar que el caudillo de la 4T es un contumaz violador de la ley. (Un momentito, por favor. Voy a consultar qué es eso de “turiferario”, no vaya a ser que sea un insulto y alguien me lo diga, y no sepa yo qué contestar. “Turiferario. Encargado de llevar el incensario”. Ah, vaya. Respiro más tranquilo ahora que ya conozco la definición. Sabiendo las definiciones respira uno más tranquilo. Decía el Chato Severiano, sabio maestro del glorioso Ateneo Fuente de Saltillo: “Hay que definir antes de discutir”). El desprecio de AMLO por el orden jurídico y las instituciones es uno de los varios rasgos que lo caracterizan como autócrata; detentador absoluto de poder. Por disposición legal el lábaro patrio debe ser izado todos los días en la astabandera de la Plaza de la Constitución en la Ciudad de México. De ese modo ondea no sólo sobre el Zócalo, corazón de la República, sino sobre toda la nación. La bandera tricolor nos pertenece a todos los mexicanos por igual. Desde niños aprendemos a venerarla como a un lienzo sagrado. He aquí, sin embargo, que López se ha adueñado de ella. La considera su propiedad particular. Prohíbe según su capricho que sea izada tal o cual día; impide que flamee sobre aquéllos que no gozan de su favor de soberano. Con eso viola flagrantemente la ley y hace agravio lo mismo a la enseña patria que a las mujeres y hombres a quienes la niega. AMLO trata a nuestra bandera como si fuera exclusivamente suya. ¿También la entregará en monopolio a las fuerzas armadas? (Al decir “fuerzas armadas” me refiero a los militares, no a los narcos)... FIN.

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