No, no hay mucho gobierno, presidente López Obrador
Feliz año a todos los lectores de Vanguardia y de esta columna.
Al finalizar el 2023, en muchos espacios se habló y discutió de la lista de eventos o noticias que más impactaron al país en 2023. Ahí encontramos, evidentemente, muchas tragedias como el incendio en una estación migratoria de Ciudad Juárez que ocasionó la muerte de 40 migrantes, o la masacre de Salvatierra, Guanajuato.
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En un país donde se ha normalizado la violencia y las tragedias, donde un presidente minimiza el dolor y sufrimiento; donde todo es parte de un plan propagandístico “para dañar su imagen”, donde es preferible lanzar un ejército de servidores de la nación a realizar un “censo” en las casas de la familias de desaparecidos, que movilizar las instituciones para investigar y localizar a los desaparecidos, donde cada tragedia es supuestamente un caso aislado, y todo se reduce a un conteo del horror, a un anuario de terror, donde sólo importa compararse con sus predecesores; es allí, en este país, donde en cada fecha del calendario se anota una nueva noticia que sacude y espanta.
El año lo empezamos con un secuestro masivo de migrantes en Tamaulipas que, posteriormente nos enteramos, fueron liberados por los criminales, porque, según dijo el presidente “hay mucho gobierno”.
La liberación de los migrantes no fue porque hubiera mucho gobierno, pues no hay un solo detenido. Este hecho sólo confirma la complicidad de un estado que actúa a partir de qué tan virales son las noticias, de qué tanto ocupan la agenda mediática.
Refleja también la falta de respuesta de un estado mexicano que permanece rendido de rodillas, como expectante a que el crimen se compadezca, cómplice de secuestros y asesinatos. Sólo hasta que el caso se hace viral surgen tibias reacciones. Más lengua que hechos, pues el secuestro de migrantes es un problema sistemático que sucede al amparo del estado mexicano.
Evidentemente la violencia en México, que ha roto todos los récords, representa quizá el principal reto frente a un escenario convulso. En el inicio del último año del presidente López Obrador, se puede decir, y cualquiera lo sabe, que la estrategia de abrazos y no balazos fue un rotundo fracaso. Y la estrategia de dar becas a jóvenes para alejarlos de la “tentación” del crimen, no fue más que un pretexto para mantener el clientelismo electoral y en muchos casos desviar recursos con empresas fachada o jóvenes inexistentes en el programa Jóvenes Construyendo el Futuro.
La administración federal entra a su último año sin una estrategia que contenga la violencia de alto impacto en muchas entidades. Entra a un año donde lo que importará será cuidar la imagen frente al escenario de las elecciones. Un año en el que se enfatizará que “hubo más con Calderón” que ahora. Un año en donde la estrategia seguirá dictando decir que el horror en Michoacán, Veracruz, Tamaulipas o Zacatecas es la excepción. Un año más en el que el presidente del pueblo no recibirá a víctimas o familias de personas desaparecidas porque lo que importa es la investidura.
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También está enfrente una crisis migratoria que ha rebasado a toda autoridad, incapaz de resolver y atender el problema, omiso de sus responsabilidades hasta que le jalan las orejas o le presionan por la válvula económica.
AL TIRO
No, presidente. No hay mucho gobierno. No se puede hablar de que hay mucho gobierno cuando ese gobierno evade sus responsabilidades, cuando prefiere hablar con la madre de un criminal que con las madres de personas desaparecidas, cuando prefiere hacer un censo para maquillar las cifras de personas desaparecidas que buscar a los desaparecidos; no hay gobierno cuando ante un asesinato o una masacre, lo vincula de una forma simplista con el consumo de drogas; no hay mucho gobierno en un gobierno que minimiza las cifras de violencia, cuando no las enfrenta y prefiere regresar al pasado. No hay mucho gobierno en un gobierno que sólo echa culpas, que todo es culpa de adversarios, de conservadores o neoliberales. No hay mucho gobierno en un gobierno que cree que toda crítica o estadística que no le conviene es propaganda.
¿Qué otras tragedias marcarán el calendario de este año? ¿Qué nuevos casos de horror y terror nos impactarán? La respuesta oficial ya sabemos cuál será.