Nuevo Orden Mundial: Ni libre mercado ni democracia

Opinión
/ 9 abril 2025

Con Donald Trump se acabó el orden mundial basado en el liberalismo económico y político. Entramos a un mundo más confrontacional

Terminada la Segunda Guerra Mundial los estados nacionales quedaron alineados en uno de los dos bloques que configuraron un orden bipolar. Una parte del mundo se alineó con los Estados Unidos y la otra lo hizo con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ese mundo bipolar vivió por décadas en “Guerra Fría”, en esa confrontación, algunos Estados nacionales conformaron un grupo que se conoció como los “No Alineados”, postura estratégica que, de cierta forma, les permitió navegar el conflicto.

Tras el colapso del orbe soviético y la caída del Muro de Berlín, las naciones se encontraron con un nuevo ordenamiento mundial unipolar. Los Estados Unidos se alzaron con el triunfo de la Guerra Fría. El sistema democrático formal y el libre mercado se convirtieron en su principal divisa; tal fue el evangelio que se predicó prácticamente en todos los rincones de la Tierra. La República Popular China se sumó a la Organización Mundial de Comercio y se esperaba que, con el paso de los años, se integrara a la liga de los estados nacionales democráticos. El Estado mexicano firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y poco más tarde un tratado con la Unión Europea. Hoy México suma 52 tratados comerciales, aunque el de América del Norte es por mucho el predominante. La globalización económica era la moda. Lo nuevo era el liberalismo político y económico.

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Desde entonces, transcurrieron treinta y cinco años en los que hubo de todo: abusos que degeneraron en crisis y muchos perdedores, así como éxitos que derivaron en ganancias para muchos ganadores. No me detengo a valorar lo que sucedió porque quiero comentar lo que está por venir. Tres décadas y media después, nos sale el gobierno estadounidense con que siempre no. El libre mercado no es lo de ellos y la democracia no es tan importante. Bueno, seamos justos, esa es una posición exclusiva del presidente Trump y de sus asesores más radicales. Muchos republicanos están con el grito en el cielo. Trump les ha cambiado todo el libreto, los aranceles fueron la cereza en el pastel.

En una de las muchas entrevistas que Marcelo Ebrard ha ofrecido, aclara qué mercancías mexicanas que se encuentren dentro del T-MEC no tendrán tarifas. Es mucho lo exento y México gana o al menos no pierde, por lo que hace a dichos productos. Esa suerte no la corren las autopartes, el acero y el aluminio, esta será la nueva batalla. La agricultura, por ejemplo, la comida es un gran tema. El gobierno de Estados Unidos acaba de dar a México una gran oportunidad. ¿O no? A todos los que compiten con México, Trump les subió un 10 por ciento. Sólo podemos esperar a que crezca la demanda de alimentos. Pero esto sucede cuando el campo mexicano atraviesa una crisis hídrica nunca antes vista. ¡Aguas!

El secretario estadounidense del Tesoro, Scott Bessent, se dice confiado. Afirma que habrá turbulencia, pero será pasajera. Compara la situación con lo sucedido durante la administración Reagan, a quien hoy muchos aplauden por su éxito, pero nos recuerda que arreglar ese desorden tendrá sus costos y muchos dolores. Apuesta a que el consumidor estadounidense sólo absorba una parte del costo, el resto lo absorberán los importadores y productores, que tendrán que bajar sus precios. ¿Será? Nadie descarta dolores de cabeza. Yo vivo en Estados Unidos y el costo de la compra en el supermercado, está al alza y la gente lo nota. De ahí el nerviosismo en las filas republicanas.

Finalmente me quedo con el comentario de Fareed Zakaria: los aranceles de Trump son erráticos y crueles. Erráticos porque afectan al consumo de la sociedad, crueles porque atacan a los más pobres. No sólo a los estadounidenses pobres; sino a los países pobres que dependen del intercambio comercial.

Opiniones habrá muchas; hay que estar atentos. El reto será distinguir lo que es demagogia de los datos fríos, y saber cuándo es oportuno hacer una evaluación. Todos coinciden en dos puntos. El ajuste será doloroso en todas las latitudes. El gobierno mexicano “festeja” porque “no nos irá tan mal como iba a irnos”. Por otro lado, se acabó el orden mundial basado en el liberalismo económico y político. Entramos a un mundo más confrontacional. En lo político, dependerá de los ciudadanos de cada país si cuidan o no su democracia. En lo comercial y económico, vamos a relaciones bilaterales ajenas a todo orden y sujetas a las presiones e incentivos del momento. Las reglas globales de comercio se sustituyen por el regateo comercial con su toque de bullying.

Facebook: Chuy Ramirez

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