Ojalá estuviera ahí

Opinión
/ 11 septiembre 2024

Ojalá estuviera en el 50 aniversario de Wish You Were Here, aunque nada lo garantiza. Lanzado en el Reino Unido el 12 de septiembre de 1975, hoy hace 49 años, y a los tres días, el 15, en EUA, con este álbum Pink Floyd se consolidaba como la banda de rock más influyente de la historia del rock, dicho por la estación de radio Planet Rock, de Londres, en 2005. Su álbum anterior The Dark Side of the Moon (1973), y sus dos posteriores, Animals (1977), y The Wall (1979) conforman una tetralogía temática, propositiva y artística de inusual sincretismo. Me explico. The Dark Side of the Moon innovó la producción sonora al introducir nuevas técnicas de grabación, como el empleo del sintetizador Minimoog, efectos de sonido ambientales y lo que era una auténtica novedad, la utilización de mezclas cuadrafónicas, sistema creado por Decca en 1959 y que permaneciera dormido por 15 años. La mezcla cuadrafónica fue del hasta entonces discreto ingeniero en sonido Alan Parson, nominado al Grammy por este trabajo. Escúchese su álbum I Robot (1977) y se advertirá la hermandad sonora con The Dark Side... Temáticamente este álbum explora temas como el tiempo, la muerte, la avaricia, la locura, revisados con una mirada existencialista. Además del revolucionario diseño de la portada, de una sencillez meridiana, debida al inglés Storm Thorgerson (1944-2013), autor de las portadas de Wish You..., Animals, et al. (Queda pendiente una extensa entrega dedicada a este diseñador de las portadas más icónicas del rock).

Inspirado en la novela Rebelión en la granja (1945) del profético George Orwell (1903-1950), el álbum Animals enfatiza la crítica social ya anunciada en las dos obras anteriores. Cada una de las cinco bandas del disco (Pigs on the Wing 1, Dogs, Pigs (Three Different Ones, Sheep, Pigs on the Wing 2) van clasificando a las personas como perros, los empresarios; cerdos, los medios de comunicación y los políticos; ovejas, la masa dócil. Si en los álbumes anteriores el guitarrista Dave Gilmour había propuesto una estética profunda y oscura de los solos, en Animals esa oscuridad trasmuta en un verdadero agujero negro, sin duda acorde al nihilismo de las urgentes que anuncian la última oportunidad. En este álbum también nació el histórico cerdo inflable que habría de acompañarlos en sus conciertos.

Inscrita en la corriente de las ópera rock iniciada por el álbum Tommy (1969) de The Who, el disco The Wall, aunque conservando el estilo característico del Pink, incluso, me atrevería a pensar que se abren a algo un poco pop, pasa de lo metafórico a lo explícito discursivo: “Hey! Teachers! Leave them kids alone!” (¡Hey, maestros, dejen a los niños en paz!)

Ahora sí, hablemos del álbum que hoy cumpleaños. Temáticamente en Wish You Were Here Pink Floyd, retoma la preocupación existencial de su álbum previo, ahora desde dos vertientes: la ausencia de su cofundador, Syd Barrett (1946-2006) arrebatado al grupo por las drogas —como se sabe, la banda de apertura Shine on You, Crazy Diamond es un homenaje expreso y nostálgico a Barret—, y, la segunda vertiente, la crítica a la caníbal mercantilización de la industria discográfica, a propósito de los beneficios económicos que dejaron a las disqueras la venta de más de 40 millones de álbumes vendidos de The Dark Side... En cuanto al sonido, en Wish You... madura notablemente la vena de rock progresivo, y las texturas electrónicas que en este caso se deben al recientemente fallecido ingeniero de sonido Brian Humphries (1945-2024), y cuya creatividad se encumbraría en Animals. Una vez más, la guitarra de Gilmour se erige como la voz del rock progresivo, veteada por aires de blues —escúchese la marcha fúnebre con que abre el disco—, presentes en la emotividad con que se declara la nostalgia (etimológicamente Regreso adolorido) por Barret. “Come on you painter, you piper, you prisoner, and shine!” (¡Vamos, pintor, flautista, prisionero, y brilla!)

Cierro con la conocida anécdota de la llegada de Barret, ya medianamente desintoxicado, a los estudios Abbey Road, justo en el momento en que se grababa Shine on You, Crazy Diamond, literalmente su canción. Iba al rape, cejas incluidas, gordo y anodino, al grado que nadie lo reconoció. Era una especie de funeral. La triste estampa me recordó al entierro de Mozart en una tumba de tercera categoría, apenas acompañado por cinco personas. Ojalá yo también hubiese estado ahí.

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