Operación Enjambre: Salvar la CDMX de la criminalidad
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La esencia de la Operación Enjambre −primer operativo importante de la presidenta Claudia Sheinbaum− es ampliar el perímetro de seguridad capitalino para resquebrajar algunos de los cercos criminales que van rodeando la capital.
En las primeras décadas de este siglo hubo un reacomodo de fuerzas políticas en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) (la capital, 59 municipios mexiquenses y uno hidalguense). La izquierda partidista (PRD y Morena) fue ocupando los espacios dejados por un priismo en retirada. En “La Fortaleza Capitalina”, Rodrigo Peña (Seminario sobre Violencia y Paz de El Colegio de México) documenta la reducción del delito en la capital y su incremento en el Estado de México (Edomex) y en la zona conurbada. De ese estudio rescato una cifra clave: en 2022, la CDMX tenía 8.64 policías por cada mil habitantes y el Edomex 0.88.
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Lógico que, como me comentara Abraham Serrano –excomisario jefe de la policía de Atizapán–, creciera el número de “criminales con placa en el Edomex”. Operativo Enjambre se fue contra mandos políticos y policíacos al servicio de la delincuencia, una pieza clave del pacto de impunidad. Los 12 municipios mexiquenses incluidos en Enjambre son polígonos estratégicos que conectan a la ZMVM con las redes criminales de Guerrero, Morelos, Michoacán, Querétaro e Hidalgo.
La operación empezó en septiembre, cuando detuvieron a cinco jefes policíacos mexiquenses que, según una fuente versada en el operativo, entregaron información para el complejo despliegue gubernamental del viernes pasado. Si pensamos en resultados, Enjambre cosechó éxitos y mostró debilidades.
Resultó espectacular la detención de funcionarios presuntamente al servicio de criminales. Es igualmente destacable el cuidado puesto a los detalles. Me detengo en el tuit enviado por Omar García Harfuch para informar sobre el operativo. Primero mencionó a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM), luego a la Sedena, la Marina y la FGR para dejar al final a la SSPC cuyo titular aclaró, en un arrebato de modestia, que fue una participación a través del Centro Nacional de Inteligencia. La suma de los diversos se lubrica con un trato aterciopelado a los egos institucionales o personales.
El sistema de contrainteligencia tuvo, sin embargo, fallas importantes, pues se fugaron siete personas servidoras públicas, entre ellas dos alcaldesas y cuatro mandos policiacos que recibieron, supongo, un pitazo de San Judas. Una falla lacerante fue el escape del director de Seguridad de Coacalco, el municipio conurbado en el cual ejecutaron el pasado 21 de julio a Milton Morales Figueroa, mano derecha del propio García Harfuch. También resultó absurdo que no desarmaran y esposaran al director de la policía de Texcaltitlán; mientras le leían la orden de aprehensión aprovechó para meterse un balazo.
El logro más notable por inédito es la sintonía en el diagnóstico de las tres mujeres que gobiernan el país y la ZMVM: Claudia Sheinbaum, Clara Brugada y Delfina Gómez. Las tres comparten la urgencia por tener una visión metropolitana en materia de seguridad. Estaba anunciado. En noviembre pasado supimos, por funcionarios de la ZMVM, que trabajaban en la creación de una Policía Metropolitana y en la fusión de los sistemas de videovigilancia. Es obvia la intención de seguir consolidándose como la principal fuerza política de la ZMVM. Objetivo válido porque estamos hartos del rollo y urgidos de resultados “concretitos”, como diría el inolvidable Luis González de Alba. Lástima que al mismo tiempo suelten manotazos autoritarios con la reforma judicial y los organismos autónomos.
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A esta historia le faltan capítulos. En lo inmediato viene la reacción de las organizaciones criminales privadas de sus cuadros en gobiernos locales. ¿Qué harán el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación, la Nueva Familia Michoacana o las uniones Tepito y Anti-Tepito? ¿Responderán en la capital o lo harán en otras partes de México? ¿Cuál será el siguiente operativo gubernamental?
Por ahora, lo único cierto es que el gobierno de Claudia Sheinbaum mueve ficha en el espacio más estratégico para el régimen: el Estado de México, entidad clave para la ZMVM. Una maniobra lógica si atendemos a la frase con la cual Napoleón entronizó la geopolítica: “la guerra es un asunto de posiciones”.
Colaboró Sebastián Rodríguez