Pacto PRIMOR: AMLO cumple su palabra al PRI
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El escenario era el adecuado y pactar fue una salida por demás tentadora. Cada bando con dos fichas en mano, dos se canjearían de inmediato, el segundo par se dejaría para el 4 de junio.
De un lado negocian el propio Presidente y el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. En el otro bando, el dirigente nacional del PRI, Alito Moreno, y el líder de la tercera fuerza política en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira.
Ficha 1. Protección legal para la militarización de la seguridad pública.
Ficha 2. El expediente legal abierto para procesar y encarcelar a Alito Moreno.
Ficha 3. La elección en el Estado de México.
Ficha 4. La elección en Coahuila.
Todo un PRIMOR de pacto, a la vista de quien quiera verlo.
Al bando presidencial urgía cobertura legal a las acciones castrenses en las tareas de seguridad pública. Militarizar la seguridad pública era su prioridad. El Presidente buscó apoyo total y permanente, pero no lo consiguió. La mayoría opositora en el Congreso lo detuvo.
Con su colmillo retorcido, el PRI vio desesperado al Presidente y sacó un as escondido bajo la manga: plantearon extender, mediante un artículo transitorio, la presencia militar en las calles, pero con fecha de caducidad, una vez que López Obrador deje el poder.
En el bando del PRI la prioridad era el rescate de Alito Moreno. La ofensiva legal en contra suya estaba al rojo vivo con Layda Sansores, gobernadora de Campeche −entidad que Alito gobernó− y Alejandro Gertz Manero desde la Fiscalía General de la República. El destino cantado de Alito era la cárcel, su desafuero como diputado federal parecía posible. El miedo no anda en burro.
El PRI parecía desahuciado, su dirigente nacional encarcelado habría sido un golpe mortal. Hoy en día no se entiende a Alito sin Rubén. Le ha dado el oxígeno que requiere para sobrevivir frente a la ofensiva de Miguel Ángel Osorio Chong y un importante grupo de expresidentes nacionales del PRI. Pero Alito también es importante para Rubén, en su alianza radica su reelección al mando de la bancada de San Lázaro, su salto al Senado para pastorear a los priistas o un cargo en el posible gabinete si llega a ganar la oposición en 2024.
Así se hace presente el segundo par de fichas. La libertad para Alito a cambio de la militarización no iba a salir de gratis. Los priistas lo cobran todo y para Rubén, Coahuila parecía una barata moneda de cambio, fácil de conseguir, a cambio de lo que obtenían el dirigente nacional del PRI y el presidente López Obrador.
Y pues uno más uno es dos. Deja Coahuila para el PRI, al fin y al cabo, en el Estado de México, Morena lleva una amplísima ventaja. El gobernador priista Del Mazo lleva 5 años y medio ausente, plegado a las órdenes del presidente López Obrador. ¿Qué le sabrán? Su estrepitoso silencio es, por momentos, humillante. El Presidente sabe que Morena ganará el Estado de México, entidad que cuenta con el mayor padrón electoral del país. Morena podría haber dicho: hagámoslo oficial, llevemos la fiesta en paz.
En Coahuila la cosa es sencilla, no afectarán mucho los números del 2024, aporta pocos votos, pero para estar seguros, diría López Obrador, te mando dos candidatos que nunca van a ponerse de acuerdo. Dividido el voto entre Morena y PT, el PRI podrá sacar adelante a su candidato. Retendrá así dos gubernaturas, Coahuila y Durango, su nivel más bajo en toda su historia.
De todo lo anterior no tengo prueba alguna, me gusta para novela política, aunque muchos periodistas y políticos ya lo han comentado. El pacto PRIMOR es tan evidente que cuesta más contradecirlo que sostenerlo en una argumentación. Veamos qué pasa el domingo. Mientras tanto, creo que el Presidente le cumplirá a Rubén, porque Rubén ya le cumplió al Presidente.