Padres, ¡estamos formando hijos inadaptados!
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La semana pasada, uno de mis alumnos universitarios, en el último semestre de su carrera, se me acercó muy disgustado para decirme: “Maestro, ¿no va a creer lo que me pasó en mi trabajo? Mi horario es de 8:00 a.m. a 4:30 p.m., entonces tuvimos un curso de capacitación y el instructor prolongó la sesión y salimos hasta las 5:15 p.m. ¡Qué desconsiderado! No respetó nuestra hora de salida. Ya no voy a asistir a ninguna otra capacitación por la tarde. No es justo”.
Le comenté que en la vida hay imprevistos y que debemos de ser flexibles para adaptarnos a lo no planeado, sin embargo, no logré convencerlo. Además, está pensando en renunciar a la empresa, ya que no respeta sus derechos.
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Carlos Darwin, biólogo inglés del siglo 19 y creador de varias teorías de la evolución, dijo una vez: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, veloces o inteligentes, sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. Tiene mucha razón. La capacidad de adaptarse y adaptarse a un mundo que cambia rápidamente es crucial para los niños que enfrentan nuevos desafíos.
En un mundo que cambia rápidamente, la capacidad de adaptarse y mantenerse flexible se ha convertido en algo primordial para los niños que afrontan nuevos desafíos. La complejidad, cada vez mayor de la vida moderna, caracterizada por los avances tecnológicos y los cambios sociales, exige un enfoque proactivo de la crianza de los hijos. Desarrollar una mentalidad adaptable no sólo implica dotar a los niños de conocimientos, sino también inculcar habilidades críticas para resolver problemas e inteligencia emocional. Mediante entornos estructurados que alientan la exploración y la innovación, los niños tienen la posibilidad de enfrentarse a los obstáculos de manera creativa.
Los niños que muestran flexibilidad y adaptabilidad están mejor equipados para afrontar la gran cantidad de desafíos que les presenta la vida, lo cual favorece su desarrollo general. La capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias permite que los niños se enfrenten a los obstáculos con resistencia y confianza, rasgos esenciales en el mundo actual, donde el cambio es constante. Esta adaptabilidad no sólo ayuda a los niños a hacer frente al estrés, sino que también mejora sus habilidades para resolver problemas, lo que les permite abordar situaciones desconocidas con una mentalidad positiva.
Los estilos de crianza influyen significativamente en la capacidad del niño para adaptarse a nuevos desafíos y entornos, dando forma a su resistencia y flexibilidad. La paternidad democrática, caracterizada por el calor y la estructura, tiende a fomentar una mayor adaptabilidad. Se alienta a los niños que han crecido en esos entornos a expresar sus pensamientos y sentimientos, lo que les permite mejorar su capacidad de resolver problemas cuando se enfrentan con el cambio. En contraste, los estilos autoritarios pueden inculcar rigidez debido a las expectativas inflexibles y el apoyo emocional limitado, lo que dificulta la adaptabilidad.
La dinámica de los estilos parentales influye significativamente en la capacidad del niño para adaptarse y prosperar en situaciones difíciles. La paternidad democrática, caracterizada por un equilibrio entre capacidad de respuesta y demanda, fomenta la resiliencia al proporcionar a los niños el apoyo emocional necesario para su desarrollo saludable. La investigación sugiere que estas prácticas de crianza están asociadas con mejores resultados socioemocionales, que son cruciales durante los periodos de transición y estrés. Este estilo permite a los niños navegar las dificultades con confianza, ya que se sienten seguros en sus relaciones con sus cuidadores mientras aprenden a asumir la responsabilidad de sus acciones.
Al cultivar estas habilidades, los padres pueden equipar mejor a sus hijos para las adversidades futuras, contribuyendo en última instancia a una generación capaz de adaptarse a las complejidades de la vida.
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Dejemos de adaptarnos a ellos (nuestros hijos) y que aprendan también adaptarse a nuevas situaciones. En los últimos años, los padres hemos educado niños y adolescentes en una esfera de cristal, evitando que enfrenten dificultades y adversidades. En otras palabras, los acostumbrados a que el mundo se acople a sus necesidades y no al revés. Estamos formando “hijos inadaptados”, incapaces de enfrentar nuevos desafíos y capaces de superarlos por ellos mismos.
Entiendo que respetar el horario es importante, pero habrá momentos en la vida donde el horario prometido no se cumplirá y no por ello renunciaré del trabajo por violentar mis derechos. Hay que ser flexibles y resilientes para ser felices y exitosos.