Para tener una conversación hay que hablar y escuchar, y seguir el onceavo mandamiento: No asumirás, ni interpretarás
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La comunicación sigue siendo tema, particularmente en las relaciones de pareja pero en realidad en todo tipo de relaciones. A algunos les da por no decir nada, a otros por decir demasiado, a otros por hablar en torno del tema pero de manera poco precisa, y a otros les da por responder de manera esquiva como intentando esconder algo. Eso por parte de quien habla. Por parte de quien escucha pasan otras tantas cosas. Se atraviesa la interpretación, la connotación que tenemos de ciertas palabras, la distracción, la evasión y las pocas ganas de participar en una conversación, en un diálogo.
Ayer escuché a una pareja intercambiar ideas y me pareció que estaban cuidándose mucho en la manera en que se expresaban. No sé si así hablarán siempre, lo dudo, pero la verdad es que me provocó flojera. En general, en nuestras conversaciones, experimentamos flojera, desgana, interrupciones, silencios (que no me parecen tan malos), ataques, malos entendidos, faltas de respeto, sarcasmos... Y me parece que hacemos muy poco esfuerzo por escuchar y entender. ¡Ojo! “Entender” no significa estar de acuerdo ni dar mi brazo a torcer ni que me hayan convencido. Significa que entiendo que la manera de ver la situación de mi interlocutor es como la define. En nada me perjudica.
Conozco a un par de personas que, como a mí, les gusta debatir. Excelente. Juntémonos los “debatidores” a darle a la discusión. No podemos, ni debemos, llevar el debate a toda y a cualquier conversación. Desesperamos. Parecido es con personas que para todo dicen que sí y “como tú quieras”. Cansan. La comunicación implica un intercambio y si no existe quien envía un mensaje, el mensaje en sí, y un receptor...no existe la comunicación. Si tu respuesta es, “Sí, ya le dije.” No hubo comunicación. Si uno de los involucrados termina haciendo algo que no quería hacer y el otro cree que había un acuerdo, no hubo comunicación.
“Pero una vez por semana le hago su comida favorita”.
“Perdón amor, pero las albóndigas nunca me han gustado”.
Y los ejemplos abundan.