Pertenecer es una necesidad básica del ser humano. Esa necesidad tiene su precio. ¿He contemplado el balance de los derechos y las obligaciones?

Opinión
/ 4 septiembre 2025

Por allá en un municipio de Nuevo León, municipio de mucha riqueza y opulencia, hay un fraccionamiento que no sé cómo se llama. Allí se encuentra una casa de retiros donde quienes somos parte del Instituto Naranjo damos talleres. El fraccionamiento está en las laderas de una montaña y tiene vistas panorámicas de la ciudad. Es un lugar realmente hermoso, hogar de osos y cacomixtles y aves y gente. En esta ocasión vi que a unas cuadras hacia abajo de la casa de retiro (literalmente hacia abajo) alguien construye su casa. La casa va para tres pisos cuando menos y quitará la vista justo del mirador de la casa de retiros. Me dio tristeza y me puso a reflexionar. Cierto es que quien construye está en su derecho de construir como quiere, siempre que respete las leyes y los lineamientos del municipio, los cuales desconozco, pero no pude evitar contemplar cómo las decisiones de estas personas afectan directamente a otras.

Mis vecinos, en algún momento, destruyeron mis truenos para facilitarse el estacionamiento por el costado de mi casa. Ahora que lo pienso, tal vez poner truenos justo en ese espacio no era lo más adecuado. Me han chismeado que una vecina dice que el humo de mis fogatas da justo a su casa. Cuando mi hijo estaba chico construyó una casita en el jardín y otra en el árbol frente a mi casa. Un vecino se quejó amargamente porque “afeaban” la colonia. Casi me multan en una ocasión porque se cayó una rama de uno de los árboles y quedó atravesando la banqueta hasta que logré moverla. ¿Será posible vivir sin estorbar a otros? No creo. ¿Soy totalmente inconsciente del efecto que lo que hago pueda tener en otros? Tampoco creo. Es inevitable incomodar a otros. Entonces, ¿cómo determinar hasta dónde?

Ser parte de una comunidad implica la pertenencia que requiere el ser humano. Pertenecer es una necesidad básica. Al pertenecer adquirimos obligaciones y derechos. También aplica a las familias. La bendición de pertenecer cuesta. Pero no tendría que costar demasiado. Busquemos el balance.

Nacida en Detroit, MI el 25 de mayo de 1956. Residente de Saltillo desde 1974. Maestra y traductora por necesidad. Psicoterapeuta, empresaria, poeta, actriz y administradora de Foro Amapola porque la vida es dinámica. Madre de 4, abuela de 5. En 18 años de formación como psicoterapeuta ha hecho especialidades que incluyen terapia psico-corporal y Gestalt. Idealista insistente y ser humano en constante movimiento.

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