Policías y ladrones
Policías y ladrones. Ese era uno de mis juegos favoritos en la niñez. Aunque muchas veces me tocaba encarnar a un hábil ladrón de joyas o al Robin Hood de la colonia República, anhelaba siempre conseguir el papel de policía, pues en ellos veía a las personas más valerosas y honorables que podían existir sobre la faz de la tierra. Pero, con tal de participar en uno de mis juegos favoritos, aceptaba gustoso tomar el papel de un ladrón.
Era divertido hacerla de ratero. Sentir que la policía estaba recabando todas las pistas para dar contigo era apasionante y, cuando estaba cerca de mí, siempre cambiaba de escondite para prolongar más el juego y para dificultar el arresto.
No sé si los niños de ahora jueguen todavía a policías y ladrones, pero de ser así estoy seguro que esta diversión tuvo que cambiar, pues ahora son los policías los que se esconden y los ladrones los que buscan a un uniformado para enfrentarse con él y para darle su merecido por estorbar en la realización de su trabajo.
Quizás me equivoque en la forma en que juegan, sin embargo, la realidad nos muestra que ahora el ladrón es quien pone a temblar al policía y no al revés, como debiera ser.
Hace semanas vi la noticia de que se enviaron 900 soldados a la zona de Tierra Caliente, en Michoacán, y pensé echarle unas flores, ditirambos y elogios al presidente Obrador por finalmente cambiar la política y utilizar al Ejército Mexicano para salvaguardar la paz en un territorio tan azotado por las bandas del narcotráfico. Sin embargo, días después, circuló en las redes sociales un video muy denigrante, pues un numeroso grupo de militares en tanquetas y camiones blindados y armados poderosamente, era perseguido por delincuentes de Nueva Italia, Michoacán, quienes a pesar de no ser más de una veintena de individuos, envalentonados por los abrazos presidenciales les gritaban provocativos a los soldados: “tírenle putos”, a sabiendas de las instrucciones de arriba, de dejar operar con libertad al narcotráfico. ¿Qué hizo el Presidente ante tal humillación a la institución antes más respetada? Declaró: “Cuidamos a los elementos de las Fuerzas Armadas, de la Defensa, de la Guardia Nacional, pero también cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos. Esta es una política distinta, completamente distinta”. Debemos tomar en cuenta, que esta respuesta inverosímil fue pronunciada por el Presidente en cuyo gobierno se ha roto el récord de ejecuciones y de muertes por los enfrentamientos de distintas bandas del crimen organizado. Ni en el sexenio de Calderón, ni de Peña Nieto, hubo tantos ejecutados, como en el gobierno de la transformación.
Ante tal panorama las historias son ahora muy distintas. Y la infancia también. Sería bueno preguntarle a los niños ahora: en el juego de los policías o soldados contra los narcotraficantes, ¿quién quieres ser? Por desgracia, muchos escogerían al segundo. Siendo policías no tendrían camionetas, mujeres esculturales, botellas del más caro whisky, mansiones con tigres o con leones y, por si fuera poco, el cuidado del Presidente de México y sus abrazos, siempre y cuando ayudemos a su partido a ganar en todos los estados de la República.
¿Y la justicia?, ¿qué es eso? Preguntan ahora todos los familiares de las víctimas de esa sumisión presidencial ante los cárteles de la droga.
aquientrenosvanguardia@gmail.com