Autoestima alta, bienestar y productividad garantizada

Politicón
/ 2 diciembre 2019

Hay terapias que levantan el autoestima de algunas féminas en cuestión de segundos: una es recorrer pasillos de tianguis y recibir los preciados elogios de los marchantes: “pásele, reinita”; “qué va a llevar, preciosa”; “cuántos le pongo, bonita”. Y otra es caminar cerca de una construcción para escuchar los piropos de los maistros; claro, siempre y cuando no sean ñeros.

Conocí a Alessandra, mujer entrada en los 40, con cuerpazo de 30 y alma de 20. Pese a su belleza, inteligencia y otros valores, caía frecuentemente en estados de ánimo que afectaban su vida. Me compartió que cuando se sentía deprimida y sola, se ponía un vestido que dejara ver sus formas, zapatos de tacón y excesivo maquillaje; y se paseaba frente a albañiles para que la piropearan; aunque no siempre salía victoriosa y terminaba molesta con algunos piropos ofensivos.   

Pero, ¿qué necesidad? Como planteó Carl Rogers, máximo exponente de la psicología humanista, la autoaceptación incondicional (y en consecuencia una buena relación consigo), es la mejor forma de elevar la autoestima de hombres y mujeres; niños, jóvenes y viejos. Además, son acciones que están al alcance de nuestra mano todo el tiempo y son gratuitas.

La autoestima es el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamientos que tengo hacia mí, hacia mi manera de ser, y hacia los rasgos de mi cuerpo y carácter. En concreto: es la evaluación perceptiva de mí misma o mismo.


 

Una autoestima baja desata trastornos como: autodevaluación, inquietud, miedo, depresión, ansiedad, irritabilidad, dificultad para decidir, comunicarse y concentrarse; descuido de obligaciones y aseo personal, mal rendimiento en labores, mala captación de estímulos, recuerdos desagradables repetitivos, tendencia a utilizar sustancias nocivas, ideas suicidas, insomnio o dormir inquieto, dolores de cabeza, falta de apetito, bulimia, anorexia, vómitos, mareos, náuseas, enfermedades del estómago, tensión en músculos de la nuca, entre otros.

Imagínate llevar esa carga a todas partes y relacionarnos en ese estado con los demás todo el tiempo: no solo en casa, con la familia; sino en el trabajo, con los colegas, jefe y/o subordinados. La autoestima no tiene nada que ver con jerarquía organizacional, clase social o bienes materiales. En países civilizados y ricos, y en sociedades capitalistas, es frecuente sentir una sensación de no estar completos; incluso el mismo consumismo fuerza a la gente a sentirse así.

Por eso, para que nuestra autoestima esté sólida hay que trabajarla diariamente; es como quien quiere incrementar su musculatura: va diario al gimnasio y ejercita las zonas que ha de fortalecer. Así es nuestra autoestima, se robustece cuando nos ocupamos del desarrollo del autoconocimiento, autoconcepto, autoevaluación, autoaceptación y autorespeto.

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